domingo, 8 de abril de 2018

La "Arepa" Tocuyana reseñada en las descricciones por primera vez en américa latina desde El Tocuyo 1546



   Galleoto Cey desde El Tocuyo (génesis y primogénita fundada tierra adentro con permanencia y rango de ciudad) fue el primero en dar a conocer al mundo la existencia de este delicioso alimento. 

   Las arepas, que hoy son parte intrínseca de la identidad de colombianos y venezolanos, fue presentada al mundo por primera vez por Galeotto Cey en su crónica, Viaje y descripción de las Indias, el cual permaneció inédito hasta 1992, cuando se publicó por primera vez en italiano. En lengua española no fue publicado sino hasta 1995.
      El manuscrito Viaggio e Relazione delle Indie se encuentra en el British Museum de Londres. Galeotto Cey ó Cei (1513-1579) pertenecía a una familia rica de la república de Florencia vinculada a los Médici y caída en desgracia. Como muchos en aquellos tiempos, se embarcó a América en busca de fortuna pero pronto se enfrentó a una realidad diversa. Su mirada sobre las poblaciones nativas fue en general menos prejuiciada que la de los españoles de aquellos tiempos y no teniendo afanes de exaltación ni de denigración, contó a un amigo suyo lo que vió, sin exageraciones, durante sus catorce años de estancia en el Caribe y en el norte de Suramérica (1539-1553). 

    Entre las numerosas y valiosas descripciones del medio, de la gente y de sus costumbres, relata el consumo por parte de los nativos del Tocuyo de la que se volverá, famosa. La arepa. Antes que los primeros renombrados cronistas, antes que el padre José de Acosta, fray Pedro Simón o Bernabé Cobo, él será el primero en hablar al mundo de la que también se llamó, fectegua 

Convencido Cey de que los tesoros de las Indias quedaron solo reservados a los primeros capitanes de conquista, pronto se dio cuenta de que el maíz era el verdadero ‘oro’ para nuestros antepasados. 

Así viene pues descrita por primera vez este tesoro: 

“Hacen otra suerte de pan [con el maíz] a modo de tortillas, de un dedo de grueso, redondas y grandes como un plato a la francesa, o poco más o menos, y las ponen a cocer en una tortera sobre el fuego, untándola con grasa para que no se peguen, volteándolas hasta que estén cocidas por ambos lados y a esta clase llaman areppas y algunos fecteguas”.


    Tradicionalmente, la preparación de arepas estaba reservada para las mujeres. 

 En primer lugar, remojaban los granos de maíz, quitaban los cascos de los granos y molían los granos hasta hacer una harina. Luego, la harina era mezclada con agua para crear una masa. Con la masa se creaban bolas, las cuales eran después aplanadas y cocinadas hasta que el exterior de la masa estaba cocido. Las mujeres utilizaban ciertos instrumentos para hacer arepas. Además del fuego, utilizaban metates para moler y triturar el maíz y budares (parrillas de barro cocido) para cocinar las arepas.​ Hacían arepas de aproximadamente 1,5 centímetros de grosor y de 10 de diámetro y un peso de unos 250 gramos.​ 

    Hoy en día, la arepa es considerada un icono gastronómico de Colombia y Venezuela, y una herencia común compartida por estas naciones. La arepa es un símbolo de la tradición indígena que todavía está presente en estos países. Sin embargo, el modo de preparación cambió en 1960 ​ con la introducción de la harina de maíz precocido que simplifica el proceso al hacer innecesario remojar y moler el maíz. La harina de maíz pre cocida ya viene lista para preparar arepas. Solo es necesario mezclar agua y un poco de sal para crear la masa. El proceso tarda alrededor de 5 a 10 minutos. Cuando la masa esta suave y moldeable, se puede crear la forma de las arepas y cocinar.

Copilador : Licdo antonio Jose Saldivia 
Historiador paleografo 
Cronista comunitario y social

domingo, 1 de abril de 2018

"DON CRISPI" Jose Crispiniano Colmenares La tocuyanidad al 100 %

Jose Crispiniano Colmenares  "Don Crispy"
    
    Genuino tocuyano del sector La Valvanera, hijo de un colono de la hacienda “La Estrella”, Juan Pablo Colmenares y una laboriosa mujer hogareña, Rosaura Escalona. “Don Crispi”, así era conocido por todos, se casa el 19 de mayo de 1915 con María Magdalena Peraza y procrean seis hijos, José Rafael, Reina María, Magdalena, Crispiniano, Vincencio y Teresita. Según el acta de matrimonio de fecha 19 de mayo de 1915, la hora de la actividad fue las 4 de la mañana. Hábil comerciante que apenas recibió una incipiente educación primaria, pero fue el precursor de la industria de la caña en el país.Otros hijos naturales fueron Carmen Amelia Asuaje, abuela de Aumary Asuaje y Ramoncito Colmenares, el padre de Chenel y de Isabel Cristina Lucena.Naudy Alvarado, fue un nieto hijo de José Rafael Colmenares.

     La caña de azúcar llegó a El Tocuyo de las cálidas tierras de Santa Ana de Coro, se convirtió en este valle en un próspero cultivo para la fabricación del papelón y luego de blanca y refinada azúcar o de nutritiva azúcar morena. La técnica de los españoles, expertos en la construcción de canales o bucos, convirtió en áridas sabanas en verdes cañamelares.


    “Don Crispi”, hombre de espíritu jovial y entusiasta, laboró en una casa comercial propiedad de su hermano Juan de Jesús. Allí adquirió la habilidad para el comercio, visitando a caballo en la compra de mercancíasdistantes lugares de Sanare, Quibor, los Humocaros, Chabasquén, Carora, Barquisimeto y fue en el ocaso de su vida cuando se dedicó al cultivo de la caña de azúcar. 


    La juventud tocuyana de la época, estaba ávida de conocimientos, se leía todo lo que llegaba a la ciudad, periódicos viejos, libros y revistas, esta Juventus fue influenciada por el teatro y las zarzuelas, compañías que llegaron a la ciudad, después de largos recorridos, en tren, en barco y en arreos de mulas, pasando ríos y quebradas crecidas y caminos montañosos y tortuosos y peligrosos acechados por asaltantes y bandoleros. Don Crispi se hizo fanático de estas manifestaciones culturales y asistía con puntualidad al teatro municipal, sitio en donde se presentaban estos espectáculos. Fue músico ejecutante de la guitarra y fue un mecenas del folclor, bailó el tamunangue con gracia y maestría.
Formó parte de la Sociedad Recreativa y Progresista, fue integrante del club “Ideal” en 1911 que fundo junto a los libaneses llegado al tocuyo Don Demetrio Saldivia y Don Jorge Hib Saldivia y fundador del club “Concordia” en 1918.


    La Sociedad Recreativa y Progresista estuvo conformada por eminentes tocuyanos: José Ignacio Colmenares, Arturo Tamayo, Perfecto Tamayo, Dr. Simón Linares, don Juancho Sequera, José Ángel Rodríguez López, francisco Suárez, Enrique Cardot, Leonidas Anzola, Augusto Anzola, Dr. Jesús García, Jesús León, Manuel José García Yépez, José Félix Veracoechea, Pablo Arnoldo Rivero, Alcibiades Paiva, José Antonio Montesinos Agüero, Juan Ramos García, Lucio Rafael García, Roberto Oropeza y Crispianiano Colmenares.


Le gustaba cantar y tenía un timbre de voz muy agradable.

Comentaba Don José Ángel Rodríguez López: “en la época del cine silente, yo era el director de la orquesta Armonía, que amenizaba las funciones del cine Sucre. Una noche que ejecutábamos la melodía Serenata Galante, mi compadre Crispiniano se acercó a la orquesta y empezó a cantar a Sotto Voce, le sugerí que cantara a plena voz, fue tan ruidosamente celebrado, que tuvo que cantar varias veces la mencionada melodía y se convirtió en un espectáculo aparte.”


    Se dedicó a la industria papelonera, pero es a partir del año 1937, cuando funda un pequeño central azucarero, denominado Los Palmares, que sucumbe en una tragedia cuando explotan sus calderas en 1951.Es reconstruido y funciona hasta el año 1954, oficialmente es clausurado y se transforma en el central Tocuyo hoy Pio Tamayo.


    Hombre alegre y serenatero, fueron muchas las serenatas que organizó con su amigo Eladio y con Julián Sosa en ese romántico Tocuyo de antaño. Cierta vez, después de interpretar varias canciones al pie de una ventana, sale el viejo a darle las gracias, y don Crispi con pasmosa sinceridad le responde: “no he venido a traerle serenatas a hombres, adiós”.

   Laboró en Ciudad Bolívar y en Maracaibo, luego regresa a su tierra y compra una hacienda sembrada de caña de azúcar, así se inicia en el negocio del papelón y la azúcar.


    Como buen tocuyano, fue muy aficionado a los juegos, baraja, dados y dominó. Buen jinete que obtuvo sonados triunfos en una forma de hipódromo, que funcionó en las Llanadas, en la parte alta de la ciudad, hacia el este, lo que es hoy la Manga. Fue un hábil coleador y entusiasta organizador de las fiestas patronales de la ciudad. Su vale en el dominó fue, don Juvenal Orellana y fueron muy famosas sus partidas de dominó con Severiano y con don Demetrio Saldivia.


   Su afición al juego le creo una reconocida fama entre los amigos a esta diversión.
Don Crispi, era un hombre muy avispado, era el comentario general. Lo era y le gustaba que lo supieran, porque gozaba echando los cuentos, no solo cuando ganaba, sino también cuando perdía. No iba al juego con el afán de ganar dinero, sino de divertirse y por la satisfacción de derrotar al contario. Una vez jugaba don Crispi, una partida de ajiley, con Juan Bautista Rodríguez “el mister” y con José Rafael Pulido. Don Crispi les estaba ganando fácilmente, se le acerca un amigo y le dice: 


¡Caramba don Crispi, va a dejar limpio a esa pobre gente!
¿limpios? Les gané Bs 20 y me quitaron prestados Bs. 50.


     En otra oportunidad llegaron a la ciudad unos maracuchos, jugadores profesionales, que llegaron buscando incautos, para ganarse un dinero fácil, invitaron a don Crispi, a una partida, ya don Crispi había sido advertido y se dispuso salirles adelante, convino con Demetrio Saldivia en el sitio en donde iban a jugar y colocó dos espejos de la barbería de Juvenal Orellana, por medio de estos espejos controlaron el juego y los maracuchos, que vinieron por lana, se fueron trasquilados.
Era muy creyente de la virgen de la Valvanera, en una oportunidad de promete a la virgen que, si cobra unas deudas en Guarico, le regala el valor de la mula a la iglesia.


   El milagro se dio y don Crispi cobró toda la deuda. Se recuerda de la promesa y se prepara a cumplirla, compra un gallo en Bs. 100. En el camino le proponen comprarle la mula, entonces don crispi, le ofrece la mula en Bs. 100 y el gallo en 1000 bolívares. El comprador se sorprende, pero al final, nota que los son los mismo Bs.1100, 100 por la mula y 1000 por el gallo. De esta manera don Crispi le llevó a la virgen, los Bs.100 del valor de la mula y quedó tranquilo por haber cumplido con su promesa. 

    En otra oportunidad, un vivo criollo le empeña una joya en Bs. 20 y se da a la tarea de regar por el pueblo, que engañó a Don Crispi, ya que le empeñó un culo de botella y don Crispi pensó que era una costosa joya. Llegó a oídos de don Crispi la versión del usurero y empezó a idear un plan para recuperar su dinero y su prestigio un poco maltratado. Regó en las barberías de la ciudad, que estaba muy preocupado porque una costosa joya que empeñó y que había recibido ofertas de comprarla, no la conseguía por ningún lado. Le preocupaba que el dueño no se había apersonado a retirarla y no la conseguía por ningún lado. La publicidad tuvo su efecto y el usurero, todos los días iba al negocio de don Crispi a retirar su “costosa joya”, después de tanto ir y venir, don Crispi decide, devolver el culo de botella, cobró su dinero y los intereses y le dijo al ciudadano: “tome su culo de botella”, de esta manera recuperó su dinero y su prestigio.


   Entre sus muchas actividades es bueno recordar que el tamunangue tocuyano sale por primera vez de la ciudad a la primera Feria de Barquisimeto, en el año de 1940. Don Crispi decide construir un pequeño pabellón en dicha feria para exponer los productos de su central los Palmares y presentar el tamunangue en la exposición. Fue una verdadera explosión de asombro. Así se inicia la presentación de tamunangue fuera de la ciudad, luego vendría Caracas, y otras ciudades de Venezuela.
Entre las múltiples actividades que realizó, está la de donar un local para la sede de la Cruz Roja y un local para la Casa del Campesino y Obrero.
El 25 de octubre de 1948, don Crispi, deja el mundo terrenal y pasa a convertirse en un grato recuerdo en la mente de los tocuyanos.

Escrita en sus cronicas por el Profesor Gustavo Rafael Guzman en Facebook