✴ Escrito y compilación Licdo. Antonio Jose Saldivia ®
📌 Como la protagonista de esta narración es una mujer, Catalina de
Miranda(1527-1610) de nuestro siglo XVI nos situamos primero en el día y
tiempo en que esta mujer vivió, ya que ella fue, entre las mujeres de
los días de la conquista, la que más huella dejó, ya que debemos
contarla entre las fundadoras de lo que es hoy Venezuela, ya que el
devenir de un pueblo es un cadena hecha por los registros del hacer de
cada una de las generaciones que la forman.
Pese a ello, poco ha sido lo se ha escrito sobre la presencia de la
mujer en el devenir de Venezuela. Entre los años de 1520-1545 el diez
por ciento de las personas llegadas hasta aquí fueron mujeres, su
devenir se ha examinado poco. Ello pese a que la presencia de las
mujeres fue siempre singular, “oculta y feliz”, como la llamó Teresa de
la Parra(1889-1936)1. En todo momento fueron ellas las que
empujaron a los hombres a la acción. Recuérdese siempre que América fue
descubierta gracias a la acción de una mujer, Isabel La
Católica(1451-1504), que en nuestro caso fue la única reina que tuvo
Venezuela, los demás fueron hombres, desde Carlos V(1500-1558), nieto de
doña Isabel, hasta Fernando VII(1784-1833), quien perdió el imperio
gracias a la acción que encabezó Simón Bolívar(1783-1830), sus
oficiales, soldados y la figuras civiles de la emancipación, movimiento
iniciado por Francisco de Miranda(1750-1816) en Nueva York, en 1784.
La mayor parte de los datos que tenemos sobre los hombres y mujeres
pasados a Venezuela desde España, durante la colonia, fueron consignados
en los Catálogos de pasajeros a Indias2. Venezuela
comenzó siendo insular, Cubagua(1517-1539), descubierta por Cristóbal
Colón(1451-1506), destruida por un maremoto; Margarita, desde 1525 hasta
el presente, Trinidad(1530-1797), Curazao (1526-1634), y la Tierra
Firme, cuya historia se inició en Coro en 1527, fue la primera ciudad de
Venezuela, con plena permanencia hasta hoy en día.
Con relación a la población de Venezuela debemos tener a la vista la
vasta investigación sobre el tema hecha por el profesor José Eliseo
López quien revisó y puntualizó los datos del Catálogo de pasajeros a
Indias logrando ampliarlos y precisarlos de forma sustantiva, tanto que
con relación a Venezuela se pueden dejar de consultar los Catálogos de pasajeros a Indias y sólo utilizar esta sobresaliente obra documental3.
Según los datos aportados por el profesor López en su obra pasaron a
Venezuela, desde España, durante los tres siglos coloniales, 4777
personas, 1984 en el siglo XVI; 1319 en el siglo XVII y 1474 en el siglo
XVIII4, datos que comprueban la plena verdad de la hipótesis
sobre el orígen de la sociedad venezolana expuesta por Francisco
Herrera Luque(1927-1991) en Los viajeros de Indias5, obra que,
por cierto, López no cita ni siquiera en la bibliografía utilizada al
preparar su obra, cosa imposible, se trata de una de las tres grandes
obras sobre el siglo XVI venezolano, junto con Esta tierra de gracia de
Isaac Pardo(1905-2000) y el primer tomo de la Historia de Venezuela, de Guillermo Morón(1926).
Y desde luego en la lista de las personas que pasaron a nuestro país
aparecen las mujeres. Según la rica fuente que constituye el libro de
López que utilizamos, los primeros datos son del siglo XVI,
específicamente del año 1526, este se abre con Ambrosio
Alfinger(c1500-1533), fue uno de los Welser, el primer Gobernador alemán
que tuvo Venezuela(1528-1533).
La primera mujer en pasar a tierra venezolana, según los datos del
mismo investigador, se llamó Catalina Pérez, viuda de Gonzalo Pérez,
quien llegó aquí el año 1534. Ya eran aquellos el tiempos de los Welser,
los Belzares de nuestra tradición, quienes vinieron aquí en 1528 y
actuaron en nuestra tierra hasta el año 1557, aunque su presencia cesó
realmente con la muerte del último gobernador alemán, Felipe de
Hutten(1511-1546).
El año 1528, tuvo un singular día: el 27 de marzo, cuando el rey
Carlos V hizo dos cosas en esa misma jornada: creó la Gobernación y
Capitanía General de Venezuela, es decir, la Provincia de Venezuela y
firmó el contrato con los Welser. La creación de la Provincia de
Venezuela, después llamada también Provincia de Venezuela o de Caracas, o
simplemente Provincia de Caracas, fue momento esencial del desarrollo
de la nueva nación, que ya se conocía como Venezuela, el cual sería su
nombre para siempre. Practicamente se podría decir que la creación de la
Provincia de Venezuela fue la dio nacimiento pleno a Venezuela, la
fecha debería celebrarse cada año como Fiesta Nacional, laborable, desde
luego.
Rasgos Biográficos de Catalina de Miranda manseba de Juan de Carvajal
Fue Catalina de Miranda, más que la primera cortesana de la conquista como fue llamada por Walter Dupouy(1906-1978)7, una mujer independiente, quien vivió dentro del propio código que rigió su vida. Muy joven pasó a nuestro continente, se casó en los últimos años de su vida. Había nacido en Sevilla en 1527, murió en Caracas en 1610, a la edad de ochenta y tres años.
Los datos que ahora consignamos son los que hemos hallado en la
investigación. Son escasos, no hay elementos, desde luego, ni siquiera
para un perfil completo sino una serie de noticias sueltas, aquí las
armamos cronológicamente.
De su padre no se sabe nada. Su madre se llamó Beatriz González.
Pasó de España al Caribe. Figura central de su vida fue el conquistador Juan de Carvajal. Al parecer ambos se conocieron en Maracaibo o en Santo Domingo, en todo caso juntos llegaron a Coro el día de año nuevo de 1545.
Pasó de España al Caribe. Figura central de su vida fue el conquistador Juan de Carvajal. Al parecer ambos se conocieron en Maracaibo o en Santo Domingo, en todo caso juntos llegaron a Coro el día de año nuevo de 1545.
En 1544 al ser nombrado Carvajal Gobernador y Capitán General de la
Provincia de Venezuela, ante la larga ausencia de su titular(1540-1546),
el gobernador Welser, Felipe de Hutten, quien había salido en una
expedición conquistadora varios años antes(1541-1545) y en aquel
momento, cuatro años después, se consideraba que había muerto. Al
recibir el nombramiento Carvajal se embarcó y se dirigió a Coro. De la
ciudad de donde venía, ¿Maracaibo? O ¿Santo Domingo, que es lo mas
posible?, ya le acompañaba Catalina de Miranda, “su manceba”, según un
documento, con ella llegó a Coro(enero 1,1545). De Coro pasaron a El
Tocuyo juntos. Catalina seguía siendo soltera. Allí fue ella uno de los
fundadores de la ciudad, una de sus primeros pobladoras y vecina del
lugar. Xinesa, una hermana suya también pasó a El Tocuyo, al igual que
su madre Beatriz González.
Como ya hemos indicado Carvajal ”fue enviado por la Real Audiencia de
Santo Domingo para tomar posesión de la Gobernación[de Venezuela] que
se encontraba prácticamente acéfala por el abandono de los alemanes”.
Dice la historiadora Ermila Troconis de Veracoechea(1929): ”El Tocuyo
suplantó de hecho a Coro como capital provincial y desde allí se inició
la irradiación conquiStadora”10. Fue El Tocuyo la segunda
capital que tuvo Venezuela. La primera fue Coro, sede también del primer
obispado(julio 21,1531). El primer obispo fue Rodrigo de
Bastidas(c1498-1570).
Fue Juan de Carvajal además de fundador de El Tocuyo(diciembre
7,1545) quien inició la verdadera colonización de Venezuela, al lograr
implantar el régimen de la Encomienda11, esto significó el asentamiento de la sociedad venezolana.
Estaba Catalina en El Tocuyo en 1546 cuando un grupo de
conquistadores, encabezados por Carvajal asesinó, al pie de la Sierra de
Coro, a Felipe de Hutten, a Bartolomé Welser, Diego Romero y Gregorio
Placencia. Felipe Hutten. aunque Carvajal había sido nombrado para
sustituir al alemán, a quien se presumía muerto, era el Gobernador y
Capitán General de la Provincia. Cuando retornó de las mil peripecias de
su largo peregrinaje Carvajal debió entregarle el cargo, pero el poder
lo había enloquecido, como siempre sucede. Por ello conspiró contra él y
organizó su asesinato, que debió ser después del 29 de abril de 1546,
posiblemente a mediados del mes de mayo siguiente, como sostiene el
historiador José Rafael Lovera(1939)12. Aquello fue un golpe
de Estado, Hutten era el gobernante legítimo. Carvajal fue castigado con
la pena de muerte, como consecuencia del juicio que le siguió el nuevo
Gobernador y Capitán General de la Provincia de Venezuela(1545-1547) el
licenciado Juan Pérez de Tolosa, por el asesinato de Felipe de Hutten y
sus compañeros(septiembre 16,1546).
De la muerte de Hutten hay un hecho que es necesario aclarar. Se ha
dicho, por serios historiadores, como el español Enrique Otte(1923-2006)13,
que la pena de muerte impuesta a Hutten, y los que lo acompañaban, fue
llevada a cabo en la plaza del mercado de El Tocuyo. Ello no puede ser
cierto, pues de haber sucedido allí, y no en un descampado, en plena
noche, el padre Fructos de Tudela, quien estaba presente, no hubiera
tenido que pedir permiso a Carvajal para enterrar los cuerpos que habían
quedado sin sepultura en el lugar de la espantable ejecución, hecha por
un machete mellado, lo cual hizo peor el sufrimiento de los
ajusticiados. Se cumplió allí el vaticinio hecho a Hutten en Alemania
por el estrellero doctor Juan Fausto, a quien Hutten llama Dr.Johann
Faustus, de lo cual el mismo Hutten, tiempo antes se había referido en
carta desde Coro(enero 16,1540) a su hermano14. Los cuerpos
de Hutten y sus compañeros fueron rescatados y llevados, en 1549, a Coro
por Galleotto Cey y enterrados allá. Yacen, hoy en día, en la Catedral
de Coro.
Tras la muerte de su amante Catalina quedó en El Tocuyo, al parecer
ya había sido madre. Fueron aquellos los tiempos de su cercana amistad
con el conquistador Juan de Villegas(1509-1553), fundador de
Barquisimeto(1552), grande amigo de Carvajal. Fue también, tiempo
después, amante de otro conquistador, Diego Garcia de
Paredes(1506-1563), fundador de Trujillo(1558). Y ”parece que se
distrajo un poquito con Francisco Sánchez”, según otro historiador16. Fue, desde luego, mujer de activa vida sexual.
En 1551 García Paredes estaba “amacebado con Catalina Miranda”.
Tres años más tarde, en 1564, lo estaba con Francisco Sánchez, tenía
entonces lo que se denominaba entonces un “travacuentas”. Por ello hubo
una pelea entre sus dos amantes, Sánchez y García Paredes, cuya causa
fue ella.
Hay noticia de que Francisco Ramos de Argañaras fue esposo de Catalina Miranda19,
después, desde luego, de la muerte de Carvajal. Varios vecinos también
la pretendían, como Diego García de Paredes, quien como ya lo hemos
indicado “le dio de palos a Francisco Sánchez y le hizo otras injurias y
afrentas” porque, según decía ambos tenían ‘travacuentas’ por ella”20.
De hecho “Las señoras principales…expresaron un día que se iban de El
Tocuyo porque no podían soportar los escándalos de Catalina de Miranda”21.
Al parecer tuvo Catalina en aquellos años diversas peripecias en la
región de El Tocuyo, en Borburtata y terminó en Caracas donde murió en
1610, a los ochenta y tres años.
Una Nueva Novelista
Estas son las noticias sobre Catalina de Miranda que hemos encontrado en las obras relativas a aquel período y a aquellas ciudades. Nos han servido para introducirnos en la novela histórica de Xiomary Urbáez: Catalina de Miranda, primer libro suyo. Este nos revela a una nueva escritora, una creadora que posee un bello estilo de escribir, un buen manejo de la estructura de la novela, quien ha logrado encantarnos siguiendo las huellas a su personaje en aquellos días primeros de Venezuela, tiempos del siglo XVI, la primera centuria de nuestra existencia histórica, pues del siglo XV, en que fuimos descubiertos, apenas tuvimos tres años(1498-1500). El siglo XVI, iniciado en 1501, fue el de la algarabía de la conquista. El siglo XVII, con el que se cierra la novela, fue el tiempo del asentamiento urbano, fundadas las principales ciudades, varias de las cuales no han dejado de existir a lo largo de las décadas que nos separan de la fundación de Coro, en 1527, la primera ciudad venezolana en la tierra firme hasta hoy.
Venezuela, desde luego, nació en la zona insular. Nuestro primer
asentamiento, descubierto por Cristóbal Colón, fue la isla de Cubagua,
donde se inició la vida civil e institucional del país, desde el momento
en que sesionó su cabildo, el primero que tuvo Venezuela.
Otra Acotación
Nuestro siglo XVI ha sido cuidadosamente estudiado por nuestros historiadores. Pero ha sido también explorado en nuestra ficción por varios de nuestros más altos creadores. Arturo Uslar Pietri(1906-2001) lo hizo en El camino de El Dorado, en donde aparece la muerte del Tirano Lope de Aguirre(c1511-1561) en Barquisimeto; por Miguel Otero Silva(1908-1985): Lope de Aguirre, príncipe de la libertad; Francisco Herrera Luque lo hizo en La luna de Fausto y José Sánchez Lecuna en El viaje inefable22. Tanto La luna de Fausto como El viaje inefable suceden en la misma región de El Tocuyo en el siglo XVI, en la de Sánchez Lecuna en parte venezolana de la nafrración. Ahora, Xiomary Urbaez se ha vuelto a aventurar por aquellas rutas, por aquellos días, a través de aquellas vidas, centrando su relato en la peripecia de una mujer siempre discutida.
La Novela
Estamos ante una novela histórica muy bien trazada. Como siempre, no olvidemos que estamos ante un libro de ficción, lo que hallamos no necesariamente es la historia como fue sino como la novelista imagina que pudo ser.
La historias de aquellos tiempos a veces parecen puras invenciones. Y
así lo vemos aquí, cercano a lo que se lee en una de sus páginas: “¡Es
un hermoso cuento, amor mío!...Pero solo eso. ¿Tu crees que sea cierto?
Esas fábulas son más antiguas que la existencia misma”(p.81)
Su centro de aquella avasallante mujer. Un ser para quien su cuerpo y su belleza, eran su capital. Belleza unida siempre en ella a la fuerza de aquella sexualidad tan potente como fue la suya. Por ello para entender a Catalina es necesario conocer bien los rasgos de la sexualidad en el Nuevo Mundo(p.46), cómo en aquella sociedad de nuestro siglo XVI, se le vivía. No hay que olvidar para comprenderlo que estabamos en el trópico, unos parajes de el Nuevo Mundo en donde “el europeo escapa del brazo inquisidor y manifiesta sus pasiones, fantasías, deseos y sueños sin prejuicios”(p.46). Aquello era el trópico, la sociedad del calor, el Caribe, que es siempre el territorio del hedonismo(p.52).
Su centro de aquella avasallante mujer. Un ser para quien su cuerpo y su belleza, eran su capital. Belleza unida siempre en ella a la fuerza de aquella sexualidad tan potente como fue la suya. Por ello para entender a Catalina es necesario conocer bien los rasgos de la sexualidad en el Nuevo Mundo(p.46), cómo en aquella sociedad de nuestro siglo XVI, se le vivía. No hay que olvidar para comprenderlo que estabamos en el trópico, unos parajes de el Nuevo Mundo en donde “el europeo escapa del brazo inquisidor y manifiesta sus pasiones, fantasías, deseos y sueños sin prejuicios”(p.46). Aquello era el trópico, la sociedad del calor, el Caribe, que es siempre el territorio del hedonismo(p.52).
Pero para poder penetrar en aquella socioedad en la que nacía un
mundo. Teníamos entonces, si partimos del año 1498, solo cuarenta y
siete años de vida, desde el paso de Colón por Macuro. Es por ello que
esta novelista, quien nos cautiva con su recreación, nos muestra la
sociedad de nuestro siglo XVI, los modos de ser, las costumbres, las
formas de vestir, la gastronomía, la vida sexual tan suelta en un país
tropical. No nos olvidemos que cuando se cuenta esta historia hacía muy
poco tiempo de la orgía de El Valle de las damas, en donde podemos
decir, nació la población venezolana, tras haber preñado sesenta
españoles a más doscientas indias, después del 29 de junio de 1535. El
valle de las damas, un lugar cercano a Barquisimeto, así llamado por
aquel gran encuentro humano, de hombres y mujeres, y genésico, se puede
decir que allí nació Venezuela, aunque el mestizaje ya había comenzado a
andar, allí comenzó a configurarse el “pequeño género humano” que es el
mundo caribeño. La frase es del Libertador.
La mayor parte de lo que leemos en esta novela sucede en El Tocuyo,
la urbe que se convirtió desde su fundación en el corazón de
Venezuela(p.235).
Cómo Era Ella
Como este libro podemos denominarlo novela biográfica, por estar centrado en su protagonista, creemos que debemos trazar la silueta humana de ella que encontramos en sus páginas.
Ella era una joven sevillana “que navegó por el mar Caribe en un
barco pirata, la fundadora de El Tocuyo, se negaba a aceptar el vacío
que le provocaba la cotidianidad”(p.192). Tenía que estar siempre en
acción. Pese a ello llegó a pensar de si misma “que nunca había tenido
demasiados amigos. Era una solitaria. En España había sido prisionera de
un destino incierto”(p.114).
Pero era fuerte, tanto que Juan de Carvajal le pidió, en 1546, cuando
ya su suerte estaba hechado, tras el asesinato de Hutten, “De aquí en
adelante, mi amor, te quiero bien plantada, sobreviviendo. No te pares
ante nada. Tu tienes la fortaleza. Tu puedes sola”(p.180).
Dada su intensa vida sexual, por la cual, más que por sus otras
cualidades, ha pasado a la historia. Por ello “estaba más que
acostumbrada a ser considerada diferente”(p.215), a ser siempre
criticada(p.248) como en el testimonio de las damas de El Tocuyo que
antes hemos referido, siempre viviendo su “pasión explosiva”(p.215). Fue
intensa, de “juvenil exuberancia”(p.260) hasta en los años de su vejez.
Y, desde luego, siempre fue considerada, por encima de todo, “la ultima de las conquistadoras”(p.264).
Lo que Estas Hojas nos Dicen
Para entender y calibrar bien esta novela hay que comprender la época en la que transcurre. Y situarla a ella en medio de sus días. Primero eso. No comenzar enjuiciandola por su pasional libertad. Para entender a Catalina Miranda, nos dice Xiomary Urbáez, no hay que comenzar condenándola sino abriéndose a la comprensión de manera de ser y sus por qués vitales. A ella le fue difícil pues vivió en medio del punto neurálgico que fue para ella “el que dirán”(p.25). No solo por los varios hombres que hubo en su vida, sino especialmente por contarse entre los más destacados de la pequeña Venezuela de sus días, en la cual lo que llamamos ciudades era, en muchos casos, apenas pequeños villorios. En otros casos, simples rancherías, así tuvieran su obispo, como sucedió en Coro.
Para entender y calibrar bien esta novela hay que comprender la época en la que transcurre. Y situarla a ella en medio de sus días. Primero eso. No comenzar enjuiciandola por su pasional libertad. Para entender a Catalina Miranda, nos dice Xiomary Urbáez, no hay que comenzar condenándola sino abriéndose a la comprensión de manera de ser y sus por qués vitales. A ella le fue difícil pues vivió en medio del punto neurálgico que fue para ella “el que dirán”(p.25). No solo por los varios hombres que hubo en su vida, sino especialmente por contarse entre los más destacados de la pequeña Venezuela de sus días, en la cual lo que llamamos ciudades era, en muchos casos, apenas pequeños villorios. En otros casos, simples rancherías, así tuvieran su obispo, como sucedió en Coro.
Tuvo ella un ”discolo pasado”(p.14), pero siempre fue figura situada
en medio del progreso logrado por las ciudades donde vivió. Fue mujer de
“ideas libertarias”(p,258).
Y en la intimidad mujer que vivió en medio de “Los cuerpos apretados[que] se frotaron sin remordimientos” (p.47).
Pero vivió en aquella sociedad y pudo hacerse, como se lee en este
libro, las mismas preguntas que formuló Herrera Luque cuatrocientos años
más tarde, que aquí leemos en la prosa de Xiomary Urbanez: es “El
trópico enloquece a los hombres…Ahora más que nunca, la muchacha estuvo
convencida…que la locura viajaba a bordo de las carabelas”(p.80).
En la novela encontramos a Catalina por regiones del Caribe, unida a
su primer amor, un corsario francés. Más tarde estuvo en Maracaibo, en
Coro, en El Tucuyo, en Borburata, en Trujillo, terminó sus días en
Caracas. Todavía se dice que la esquina de Miranda no lleva ese nombre
por el Precursor sino porque aquel era el lugar donde estaba su casa
caraqueña.
De Maracaibo leemos: “Así que en Conquivacoa hay una pequeña
Venecia…Son casas grandes, en forma de cabaña, asentadas sobre palos muy
gruesos”(p.84).
Y vio aquella sociedad mestiza formándose, “Una mezcla de nativos y europeos en perfecta convivencia”(p.134), como lo vio ella.
Y se encontró también con el necesario plan civilizador que fue el
de Juan de Carvajal, quien fue el primero en percibir lo que se podría
hacer si la gente se asentaba en los pueblos y comenzaba a trabajar y
prodducir.
Ese plan era lo contrario de lo que Welser estaban haciendo en
aquellos días, la búsqueda de El Dorado, tarea en la que fracasaron.
Ella vio el resultado de aquellos viajes, vio a Hutten y su gente cuando
regresaron a El Tocuyo. Eran apenas “sombras, sonámbulos perdidos tras
el sueño de El Dorado”(p.169). Aunque también percibió que “A diferencia
de los demás alemanes…Hutten era también un idealista”(p.169), fue un
hombre que “solo tenía el recuerdo de sus luchas”(p.171), mientras los
demás solo iban tras el oro.
Y había una diferencia entre eso y el plan civilizador de Juan de
Carvajal, “Al contrario, amor mío. Soy completamente responsable y es
por eso que me arriesgo. No descansaré hasta que tengamos un nuevo
asentamiento digno para nuestros colonos. Un lugar en donde convivamos
en perfecta armonía con la naturaleza y con las comunidades indígenas
vecinas, afirmó sin vacilaciones”(p.138).
Pero cayó en una celeda: la gran tragedia de Carvajal: el retorno de
Hutten, la animadversión que por el alemán sentía Pedro Limpias, quien
fue quien le metió a Carvajal en la cabeza que no podían permitir que
Hutten llegara a Coro(p.170). Carvajal escuchó al resentido Limpias y no
a los que a su lado le aconsejban lo contrario. Catalina y sus amigos
vieron lo que podía suceder, “Una cosa era segura:[Limpias] estaba
llenando el alma de Juan de un odio incontenible. Manolo lamentó que su
amigo creyera cada argumento del idiota de Limpias. Calló, incómodo.
Tendría que hablar con Catalina. Había que convencerlo de no cometer una
locura. Deseó con todo su corazón que…Hutten alcanzara lo antes posible
la costa”(p.171).
Carvajal no escuchó. Sólo “Guardó en su memoria donde llevó a cabo su
celada. ¿Fue un iluso y un ingenuo al pensar que erradicaba el mal
asesinando a…Hutten?¿No se habría equivocado?”(p.173). Y Catalina: “¿Qué
has hecho, Juan?¿Qué has hecho, preguntó desesperada, una y otra
vez”(p.174).
Fue aquello lo que perdió a Carvajal, pese a que “está demostrado que
exceptuando la orden de ajusticiar a los dos alemanes y los españoles
que los acompañaban, no cometió antes ningún delito de sangre contra
nadie. Ese día perdió la cabeza”(p.177). Y con ello, la vida.
Ella murió muy mayor, y posiblemente, seguramente, rememorando a los
hombres que habían pasado por su vida, que habían estado con el.
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