domingo, 7 de agosto de 2011

FRANCISCO PEREZ CAMACHO… TOCUYANO (1659-1724) Primer músico venezolano en la colonia















PRIMEROS REGISTROS SOBRE LA ACTIVIDAD
MUSICAL ENVENEZUELA


La Música en la América Colonial del Siglo XVI (Región de Cubagua y Coro)

      El primer dato histórico que se ha encontrado sobre la actividad musical en la Venezuela hispánica coincide con la llegada de la vihuela a estas tierras, hecho acontecido en 1529. Ese año llegaron a Nueva Cádiz de Cubagua, la primera ciudad del país, 15 vihuelas con el precio de 1 peso y 3 reales cada una (Mujica, s.f.). Estos instrumentos fueron traídos desde la ciudad de Sevilla, España, al nuevo continente por los comerciantes italianos Sciion Pechi, Juan Antonio Piccolomino y Luis Lampignan. En los años y décadas siguientes sin lugar a dudas arribaron a nuestras costas más instrumentos musicales. La vihuela, así como otros instrumentos de cuerdas, se fue arraigando poco a poco, y en la medida en que se forjaba la identidad social, étnica y cultural del pueblo venezolano; el instrumento se transformaba adaptándose a los nuevos géneros y estilos musicales (ob. cit.) primer envío de vihuelas evidenciaba una intensa actividad tanto en la composición como en la ejecución musical (Barreto, 2007) La historia de la música, casi sin excepción, nos deja ver que ésta comienza, en todos los pueblos, en el templo, llenando una función religiosa o mágica. Pasa después, con el correr del tiempo, a los palacios o salones de los nobles, y por último, ya en plena madurez, pasa al teatro o a la sala de conciertos. Estos tres pasos, sujetos a los cambios que impongan los medios y las circunstancias, están presentes en la historia de todas las culturas (Calcaño, 1980).


      Lo anteriormente expuesto, se puede señalar que lo mismo haya sucedido en Venezuela y que las primeras noticias musicales tengan estrecha relación con la actividad religiosa. El 26 de julio de 1527 se funda Santa Ana de Coro y el 21 de junio de 1531 se crea la Diócesis de Venezuela, primera en América del Sur, con sede en esta ciudad. Su primer chantre (cargo eclesiástico que designaba a la persona a cuyo cargo estaba antiguamente el gobierno del canto en el coro en las catedrales) fue Juan Rodríguez de Robledo (1504-1570). En Coro la compra del primer órgano se aprueba en 1635, cuando ya todo indicaba que la diócesis se trasladaría a Caracas, tal como ocurrió el 20 de junio de 1637 (Barreto, 2007). En el siglo XVI, como en el anterior, se efectuaba una gran revolución en la fabricación de órganos, pues desapareció por entonces el viejo órgano medioeval que en España se fabricaba desde el siglo V. En la Iglesia Mayor de Caracas había un órgano traído de España o de Santo Domingo, para el año de 1591 (Calcaño, 1980). Melchor Quinttela tocaba el órgano de la Iglesia Mayor de Caracas, y pidió al Cabildo que le fijara un salario como organista. Claro está que además del órgano había música en la ciudad; música de esa que florece silvestre y libre cada vez que se le antoja, puesto que el día del Corpus de 1595, hubo además de comedias, danzas públicas, “según costumbre”; música que era de otro tipo distinto a la religiosa, la cual comenzó con el órgano de Quinttela (ob.cit.).


Música en Venezuela durante el siglo XVII

       En 1657 se registra un dato relevante en cuanto a la creciente importancia que va ganando la música en la nueva sede: el padre Miguel Ximénes de Ávila (en algunos documentos le llaman Aguilar) es contratado como cantor por cien pesos anuales, seis sacerdotes son capellanes cantantes, Blas de León es el organista y se incluye a un bajonista como parte de los músicos de la catedral (Barreto, 2007). El bajón ha jugado un papel importante en la historia musical de la Iglesia en Caracas. En las descripciones de Calcaño (1980) se dice que este instrumento es un antepasado del moderno fagote, presentaba una forma muy similar y su embocadura también era de caña. Se le empleaba muy especialmente en dar la nota para que comenzaran a cantar los capellanes del coro y en apoyarles en el canto; de aquí su importancia fundamental, que justifica la aparición del instrumento en aquellos tiempos de la historia de la Catedral de Caracas. Retomando los acontecimientos, en el año 1658, por fallecimiento de Blas de León, fue nombrado organista José de león, a la vez que aumentaron el sueldo al Padre Miguel. Dos meses después se nombra a José Fernández Montesdeoca tenor y tiple. Todo esto indica claramente que se comprendía bien por entonces la importancia y la necesidad de la música en el templo (Calcaño, 1980). En las anotaciones de Calcaño (ob.cit) se menciona que para 1669 había en Caracas un “clave” grande (clavecín) propiedad del capitán Don Francisco Mijares de Solórzano, el cual lo tenía en su casa, lo que hace suponer el auge de la música profana; sin embargo el instrumento le es cedido en préstamo al padre Fray Felipe Salgado, del Convento de San Francisco. La presencia de este clave grande en una casa caraqueña implica muchas cosas más: personas que sepan tocarlo, piezas traídas de Europa, y un grupo de oyentes.



Todo eso existía ya en la Caracas de mediados del siglo XVII. En 1671 se crea el cargo de Maestro de Capilla. Es así como llega el sacerdote Gonzalo Cordero a enseñar la correcta interpretación del canto llano y de la polifonía vocal a los cantantes del capítulo, a los niños del coro y a otros oficiantes de la catedral, y se convierte en el primer Maestro de Capilla en suelo venezolano (Barreto, 2007). En todo tiempo nuestra Iglesia se preocupó de la manera más desinteresada y laudable, de la enseñanza de la música, y de repetidas veces, en la designación de los maestros de capilla posteriores, se consignaba esta obligación de enseñar música, la cual al correr del tiempo se hizo extensiva a los monacillos, ayudantes y a cualquier persona que quisiera aprender. De esta manera se daba acceso a la enseñanza musica a cualquier caraqueño interesado, tuviera o no relaciones con la capilla música de la Metropolitana (Calcaño, 1980).
Para 1682 era bajonista de la catedral un tal Diego Bastardo, reemplazado por Francisco Pérez Camacho, primer venezolano de ascendencia criolla que obtendrá gran fama a lo largo de una vida de dedicación y constancia en el campo de la música.

Nació en 1659 cerca del valle de El Tocuyo. Tan evidentes resultaron sus condiciones musicales que acabó irremediablemente formando parte de la Tribuna catedralicia. En 1682 obtiene el cargo de bajonista. Su vocación y dedicación lo llevan a estudiar filosofía y artes en el Seminario. El 21 de abril de 1687, Pérez Camacho se convierte en Maestro de Capilla. Lo que más se destaca de su nombramiento es una cláusula mediante la cual se le hace responsable de enseñar canto gregoriano, música figurada y órgano, a todo aquel que lo quisiera sin importar si pertenecía o no a la iglesia, si era blanco o indio, si tenia abolengo o no (Barreto, 2007). Calcaño (1980) considera que con Francisco Pérez Camacho se llega a una figura que descuella entre los músicos hasta ahora mencionados. En efecto, los nombres de organistas, cantantes, bajonistas o maestros de capilla que se han citado, aparecen fugazmente entre los viejos documentos, sin que se encuentren noticias posteriores de ellos. En cambio, Pérez Camacho es un personaje con algo de historia, que fue músico y docente musica toda su vida y ocupó cargos de significación. Al concluir el siglo XVII surge esta figura de Don Francisco Pérez Camacho, para coronar la obra realizada en esos cien años. Las últimas décadas de ese siglo dieron mucho qué hacer a los caraqueños, quienes tuvieron que hacer frente a graves problemas; esto, sin embargo, no llegó a paralizar las actividades musicales, pues la ciudad, con más consistencia que antes, tenía intereses y actuaciones más diversos. (ob. )

La Música en Venezuela durante el siglo XVIII (Principales Representantes y sus aportes)



Los sucesos narrados cronológicamente por Calcaño (1980), para 1711 vivía en Caracas el francés Don Claudio Febres, a quien se le encomendó la construcción de un órgano grande para la Catedral, más cónsono con las necesidades musicales y con el boato imperante para entonces. Rojas, citado por Calcaño (ob.cit.), menciona que se establece en Caracas, en 1712, una escuela particular de solfeo; sin embargo hay cierta duda sobre la veracidad de esa información. De poder comprobarse, implicaría un importante adelanto, ya que se podía afirmar que para la fecha había en Caracas una tercera escuela de música, ya que se contarían las del Seminario y la de los Maestros de Capilla. En 1725 se funda la Universidad, cuya clase de música estaba regentada por el venerable Don Francisco Pérez Camacho, mencionado anteriormente. En 1739 aparece en la historia musica de Caracas, como organista de la Catedral a la edad de 18 años Don Ambrosio Carreño, primero de los numerosos Carreños músicos de Caracas, dinastía de artistas que culminaría siglo y medio después con Teresa Carreño (Calcaño, 1980). Ambrosio Carreño nace en Caracas el 11 de diciembre de 1721. El 8 de septiembre de 1726 nace su hermano Adrián Alejandro Carreño, también músico de importancia en la historia musica caraqueña. Don Ambrosio fue músico toda su vida, tenía el carácter rebelde y excéntrico. Discípulo de de Jacobo de Miranda, superó pronto a su maestro, hasta el punto de haber podido enseñar más tarde composición musica a algunos alumnos (ob. cit.). Debido al fallecimiento del Licenciado Don Ignacio Camacho, Ambrosio Carreño es nombrado Sochantre en 1748. El sucesor de Carreño en el órgano será Pedro José de Osío, músico y constructor de instrumentos con sólida formación, oriundo de Santa Marta, donde nació el 19 de octubre de 1728. Osío era, además de organista y clavecinista, constructor y restaurador de órganos y claves. En 1750 es nombrado Ambrosio Carreño como Maestro de Capilla y como sochantre queda su hermano Alejandro. La gestión de Carreño como Maestro de Capilla duró casi 28 años y fue una de las más polémicas, dado su carácter impulsivo y conflictivo (Barreto, 2007).



El carácter díscolo de Carreño propició una fuga de ejecutantes. También sus frecuentes inasistencias y los enfrentamientos con sus superiores en muchas oportunidades hicieron pensar a la iglesia en la posibilidad de sustituirlo o al menos trasladarlo a otra parroquia. A principios de marzo de 1774 asume Juan Gabriel Liendo el cargo de Maestro de Capilla y nombran a Bartolomé Bello, padre de Don Andrés y a la vez discípulo de Ambrosio Carreño, para sustituirlo como cantante. Inmediatamente Liendo adquiere nuevos instrumentos para la Tribuna, crea un fondo para contratar músicos a destajo cuando la solemnidad de la fiesta así lo ameritara y solicita la compra de unas partituras que se le han ofrecido para ser ejecutadas en la catedral. Durante el período de Liendo empiezan a constar en acta los títulos y en algunos casos los autores de las composiciones adquiridas para la catedral. Así, sabemos que se recibieron unas Vísperas para la Virgen compuestas por José Antonio Caro. En abril de 1783 el Mayordomo de la catedral recibe dos Lamentaciones para el Viernes Santo y un Gradual y Ofertorio para el Jueves Santo, obras compuestas por Bartolomé Bello. Sobre Bartolomé Bello, Barreto (2007) refiere que nació en Caracas el 24 de agosto de 1758 y debe su formación musica a Ambrosio Carreño. En 1780 recibe el título de bachiller en Leyes conferido por la Universidad de Caracas y cinco años más tarde recibe el de abogado en Santo Domingo. En 1790 se traslada a la ciudad de Cumaná donde escribe la Misa del fiscal, obra que resultó muy popular y fue ejecutada con frecuencia, aún en la segunda mitad del siglo XIX. Falleció en Cumaná en julio de 1804.


BIOGRAFIA DE FRANCISCO PEREZ CAMACHO

      El 21 de abril de 1687 es nombrado Maestro de Capilla de dicha Catedral, el Pbro. Don Francisco Pérez Camacho, (1659-1724) músico nacido en El Tocuyo específicamente en el Valle de totumo; a él se confiará también en 1689, la enseñanza del Canto Llano y Música figurada en el Colegio Seminario de Sta. Rosa …a todos los que deseen aprenderlo, para lo cual se le asigna un sueldo de 200 pesos anuales y 25 adicionales. También en 1689, El XIV Obispo de Venezuela, Mons. Dr. Diego de Baños y Sotomayor, dicta las Constituciones del Colegio Seminario de Santa Rosa de Caracas; en ellas se señala que …a las diez de la mañana acudirá el maestro de música a dar lecciones de canto llano a los seminaristas y demás que quisieren… (Ob.cit. Cap.8°)


Maestro de capilla

De Wikipedia, la enciclopedia libre
El maestro de capilla (en alemán; Kapellmeister) era durante el Renacimiento y el Barroco un músico de experiencia y prestigio, siempre compositor, que formaba, gestionaba y dirigía al grupo de cantores e instrumentistas responsable de la música sacra en los oficios de las iglesias, o de la música profana en las fiestas cortesanas. Ese grupo musical, y el lugar donde ensayaba y recibía clase del maestro, se denominaban capilla, tanto si el grupo era religioso como si era cortesano, aunque lo primero fue mucho más frecuente, sobre todo en el Renacimiento. En algunas catedrales y palacios, la capilla de cantores podía diferenciarse de la de ministriles, que llegaba a tener su propio maestro.
Durante la
Edad Media y el Renacimiento, la organización gremial del trabajo artístico y su posición en la sociedad (que era la de artesano) determinaban la vida de los músicos: ingresaban de niños como cantorcicos (llamados seises en España, por ser ese un número frecuente de cantores infantiles), quedando desde entonces a disposición del maestro, con el que vivían. De él aprendían canto llano, contrapunto, a tañer un instrumento (frecuentemente órgano) y quizá composición. De adultos, su carrera era de cantores si no perdían la voz, de organistas o ministriles (músicos de viento) si habían adquirido dominio de instrumentos, y de maestros de capilla si eran los más dotados, capaces de ganar los concursos que convocaban las iglesias cuando había vacantes, o de tener suficiente prestigio como para ser reclamados por catedrales y capillas cortesanas.
Gracias a los reglamentos escritos de algunas catedrales, sabemos que las obligaciones del maestro de capilla eran entre otras las de custodia de la capilla física (lugar de los ensayos y las clases), de la que tenía la llave; impartir lecciones de las disciplinas ya citadas no sólo a los cantorcicos, sino también a otras personas ligadas a la iglesia que las quisieran aprender; reclutar a cantores y músicos para garantizar el funcionamiento permanente de la capilla musical; frecuentemente alojar en su casa a los niños cantores y ocuparse de su educación general y manutención; componer, en fin, las piezas destinadas a fiestas especiales, como
Navidad o Corpus Christi. El incumplimiento de las normas se castigaba con sanciones económicas, e incluso con la expulsión.
Por supuesto, las funciones y obligaciones de los maestros de capilla fueron cambiando hasta el siglo XVIII, siendo las descritas las que conocemos para el siglo XVI en España. También fueron aumentando las oportunidades de hacer carrera como músico sin una vinculación tan directa a las capillas musicales de las iglesias


REFERENCIAS
Barreto, I. (2007) Cine y Música. En A. Ulloa (Coord.), Biblioteca escolar La Cadena Tricolor (pp. 122-125) Lima: Planeta SAIC. Calcaño, J.A. (1980) La Ciudad y su Música (2a. ed.), Caracas: Fundarte. González, J. R. (2007). Historia de la Música en Venezuela. Disponible en http://histmusica.blogspot.com/ [Consulta: 2007, noviembre 3]. Mujica, E. (s.f.). La Guitarra en Venezuela. Disponible en http://es.geocities.com/laguitarraenvenezuela/historia.html [Consulta: 2007, noviembre 3].

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