J. M. Cruxent |
Nació
en Sarriá, cerca de Barcelona, España, en 1911, símbolo de la gente que va a
pie, concuerda con mi personalidad, porque soy un andariego", expresa él
mismo. Su vida ha sido un continuo andar: "trota patria, trota bosque,
trota ríos y trota selva" lo definió con acierto don Alfredo Boulton,
quien también señala que caminar por Venezuela, recorrer sus rutas y explorar
sus sitios, ha sido la tarea esencial de José María Cruxent.
Adentrarse
en la prehistoria de Venezuela ha sido su misión. Muy pocos como él conocen el
campo arqueológico venezolano, desde el Delta del Orinoco, río de cuyas fuentes
fue uno de los descubridores, hasta Los Andes, pasando por Cariaco, Barinas,
Falcón, Los Llanos y Nueva Cádiz de Cubagua, ciudad cuyas ruinas
desenterró". El hilo conductor de ese camino, es el ”alma de los
objetos": "cualquier cosa que cae en mis manos" dice, si no
tiene alma, no me interesa".
J.M. Cruxent en 1940 realizo exploraciones en
La Ciudad de
El Tocuyo donde obtuvo dos importante colecciones con fechamiento que van desde
293 años A.C. los que clasifico con el nombre de tocuyanoide y otras que van
desde el primer milenio de la era cristiana hasta los 1700 años que denomino
tierroides,: de los cuales estos ultimos hallazgo son perteneciente a la misma
cultura pectiniforme propuesta por el profesor Francisco Tamayo .
El
testimonio de los profesionales, discípulos y amigos cercanos a Cruxent ofrece
una interesante visión acerca de su compleja y polémica personalidad:
Alberta
Zucchi, antropóloga alumna, lo define como “un gran observador y un hombre
fundamentalmente de campo; un hombre de olfato, de percepción, de conexión.
Puede haber visto un objeto veinte años antes, quién sabe en qué lugar, y puede
conectarlo con algo que acaba de ver en estos momentos. Y tiene el don, al
mismo tiempo, de extraer de allí una nueva interpretación que sirva
modernamente para algo..."
Marcel
Roche, fundador del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, expone
un aguda definición del personaje. "Desde el inicio, en 1959, cuando
colaboramos por primera vez, me llamó la atención su curiosidad, su actividad
febrü y su tendencia a no aceptar ningún dato y ninguna teoría por dados. En
efecto, la originalidad es lo que caracteriza a Cruxent, no pertenece a ningún
dogma ni a ninguna escuela...
En
el aspecto físico, Cruxent es una persona de enorme temple v fortaleza, en sus
expediciones, ha podido vivir en las peores condiciones por largo tiempo, sin
inmutarse. Tiene a la vez un candor y una agudeza que lo hacen enormemente atractivo.
Como todo hombre original con dejo de genio, es polémico, pero su honestidad
intelectual es absoluta y muchas veces comprobada. Por ello, y a pesar de ser
en gran parte autodidacta, ha podido realizar una carrera brillante en las
ciencias de la arqueología y la antropología...
Hay
un aspecto de Cruxent que no se puede dejar de lado, su actividad artística.
Cruxent ha dibujado y pintado y, en los principios de la década del 60 fue uno
de los adalides del movimiento informalista del país. Detrás de todo ello, está
en Cruxent una admiración por el surrealismo de André Bretón y otros, una
creencia en la alquimia y lo aculto que, lejos de entorpecer su obra
científica, la enriquece. Y están los gatos, criaturas sutiles y algo
misteriosas que siempre lo rodean.
La
infancia de J.M. Cruxent transcurrió en su pueblo natal. Las primeras imágenes
testimoniales, han sido armadas con los recuerdos narrados por él. Todos ellos
conducen hacia la estructura de una personalidad que integró, desde niño, una
extraordinaria sensibilidad hacia la naturaleza que le permitía saber
entenderse y comunicarse con el "hombre natural primigenio; una inmensa
fuerza intuitiva que le aprodma a la alquimia, al conocimiento de la magia; un
gran interés por el hallazgo, por la búsqueda de objetos enterrados; una
imaginación desbordada hacia las leyendas que podría remitir a las lecturas de
viajes fantásticos por las cuales atraviesa todo niño (Julio Verne, por
ejemplo) y dotes hacia el dibujo y la pintura que ponía en práctica rayando una
pared.
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