--> La riqueza ganadera de El Nuevo Mundo que describieron los cronistas de la Colonia, por la prodigiosa multiplicación de los escasos bovinos ibéricos que pudieron traer los primeros viajeros de Indias, dio lugar a la primitiva actividad comercial de la exportación de cueros y su exclusividad por siglos. La venta de cecina y algún ganado en pie a las islas del Caribe, tuvo poca consideración para la época, en contraste con el intenso comercio de rebaños llaneros con destino a la vecina Colombia, por la ruta de las montañas de San Camilo literariamente descrita por Calzadilla Valdez.
Menos conocido, pero de muy oportuno recuerdo en esta época de pretendida “soberanía alimentaria” en el reino de las importaciones crecientes y el desmedro de la producción nacional, es el relato detallado de la primera exportación de ganado en pie nacido y criado en nuestros predios y vendido en el Nuevo Reino de Granada hace 460 años.
La Fundación del Banco Venezolano de Crédito, como parte de la colección editada con motivo del V Centenario del Encuentro entre dos Mundos en 1995, sacó del olvido las memorias de un comerciante florentino: Galeotto Cey quien como tantos otros vino a proveer suministros a los buscadores de oro pero además, recogió en un libro rescatado de la Biblioteca del Museo Británico: “Viajes y descripción de las Indias (1539-1553)” una acuciosa descripción cotidiana de sus experiencias personales desde su llegada a La Española y más tarde, al Golfo de La Vela y Tierra Firme.
Según el texto en referencia, en 1541 había venido al Cabo de La Vela a la pesquería de perlas desde La Española donde había estado por dos años pendiente de la guerra con los franceses. Más tarde, en Diciembre de 1544, embarcó de nuevo en La Española en una navecilla alquilada con la forzosa compañía de Juan de Carvajal a quien se había designado Gobernador, ante la ausencia de Felipe de Hutten y un hijo de Bartolomé Weltzer de quienes por entonces no se tenía noticias. Llegaron a Coro en zona seca y misérrima, de donde partieron en Abril de 1545, 80 hombres, 12 mujeres, más de 1.000 indios e indias de servicio, 60 yeguas, 150 caballos, 80 vacas, 200 ovejas, 50 cabras y unos pocos asnos y cerdos.
Salieron hacia poniente 40 leguas por la costa y en quince días llegaron al río Amatícora. Luego siguieron hacia el Sur para atravesar montañas de los Jiraharas, donde encontraron buena agua y abundantes pastos. Al otro lado de la montaña, ya en el mes de Mayo, comenzaron las lluvias en tierras bajas, húmedas y calientes a siete u ocho leguas del lago de Maracaibo, junto al cual encontraron charcos y pozos de asfalto que los indios llamaban ¨mene¨ que de día hervía con el calor del sol y por la noche se cuajaban. Allí pasaron cuatro meses hasta Agosto cuando reanudaron la marcha a favor del ruido de los ganados que espantaba a los indios. En quince días más llegaron a las llamadas Sabanas de Carora donde abundaba una muy buena hierba que llamaban “sanare”. Después de caminar quince días llegaron a la Sabana de Quibor y al valle de Barquisimeto, que dejaron atrás por el valle del río Tocuyo, hasta llegar la Vigilia de Todos los Santos de 1545, a fundar el poblado primigenio del Occidente de la Provincia.
Al regreso de los ausentes, Felipe de Hutten y Bartolomé Weltzer, se produjeron las disputas con el gobernador accidental, que terminaron con sus asesinatos. A raíz de estos sucesos quedó como Gobernador de la Provincia el Juez de Residencia Juan Pérez de Tolosa, de muy efímera actividad, que permitió a Galeotto Cey reunir 22 hombres, 200 indios e indias de servicio, 80 yeguas y caballos, 60 vacas y 1.500 ovejas; así como también obtener finalmente el permiso para salir hacia las tierras altas del Nuevo Reino de Granada, donde la riqueza de las minas de oro prometía pagar por el ganado los más altos precios. Así partió en el mes de Noviembre de 1550, después de 25 leguas de caminos a las tierras llanas, costeando siempre la serranía hasta llegar al río Guanaguanare, luego al Boconó y más tarde al Guasábara y al Tapia.
Grandes llanuras, pasto abundante, bajíos, plaga, paludismo y abundante pesca y voraces caribes, hasta llegar a principios de Febrero al río Guaca, luego al Sarare y a finales de mes al Arauca. Más adelante al Casanare y el 28 de Marzo de 1551 comenzó el ascenso y llegó la abundancia de granos hasta alcanzar las fuentes del Casanare, para después de mucho subir, alcanzar el primitivo poblado de La Salina en tierras de la actual Boyacá. Después de 30 leguas de constante subida llegó a comienzos de Mayo de 1551 al poblado de Chitá donde murieron muchos indios a causa del frío y finalmente se vendió el ganado a un precio muy inferior al que había tenido tres años antes.
Valga esta digresión histórica como un modesto homenaje a quienes con su trabajo hicieron posible la autosuficiencia de la producción nacional de carne en los primeros años de este siglo veintiuno. Me complace de manera especial remitir estas notas al Dr. Manuel Cipriano Heredia, ganadero de origen y profesional de alta formación técnica, quien preside la Federación Nacional de Ganaderos en tiempos difíciles cuando reina el Imperio de las importaciones.
Ref. Alberto Ramírez Avendaño. De El Tocuyo al Nuevo Reino. Maracay, Venezuela. Marzo 2010.
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