lunes, 29 de julio de 2019

EL TERREMOTO DE EL TOCUYO ..“HOY LA LUNA PARECE UN DOBLÓN DE ORO…” Por José María Giménez

EL TERREMOTO DE EL TOCUYO
Autor : Jose Maria Jimenez
   
  En los apuntes autobiográficos del artista José María Giménez, el reconocido tocuyano narra con mucha intensidad los acontecimientos que rodearon ese suceso que trastocó su vida y la de muchos habitantes de esa colonial localidad. A partir de ese momento El Tocuyo cambió radicalmente y surgió prácticamente de entre las ruinas.
Compilado por Freddy Jiménez

EL TERREMOTO: “HOY LA LUNA PARECE UN DOBLÓN DE ORO…”
Por José María Giménez

     La tarde estrenaba un cielo tan profundamente azul que no había una nube que se atreviera a enturbiarlo. Un calor sofocante fermentaba del suelo y un silencio agorero rondaba por los cerros vecinos.
    El viejo reloj del Templo de San Francisco languidecía de angustia en su incansable contar de los minutos y las golondrinas se paraban sobre sus agujas adelantando la hora de las cinco de la tarde.
Hacía pocas horas mi esposa Carolina había llegado de Humocaro Alto con nuestros hijos para disfrutar en El Tocuyo las vacaciones escolares. Se alojó en una pequeña vivienda en el barrio El Calvario que yo le había comprado a mi madre cuando recibí la herencia de mi tío Altidoro para que contara donde vivir. Carolina me dijo que su propósito era aprovechar el tiempo visitando a nuestros amigos y hacer un recorrido por el pueblo conociendo los monumentos coloniales.
De acuerdo a nuestro itinerario bajamos la colina de El Calvario hacia la ciudad extendida en el valle, silenciosa y tranquila. 
    Fuimos a casa de don José Antonio “Toño” Tovar Lozada, mi amigo de la infancia con quien compartí los inocentes juegos infantiles en el Barrio Abajo. Hombre de empresa y de importantes iniciativas, quien prestó a la ciudad servicios invalorables como presidente del Concejo y fue útil a la comunidad como ciudadano trabajador.
     Después visitamos la casa de José González, un tocuyano de cepa, preocupado por las reliquias, tradiciones y fechas aniversarias de la ciudad, quien en su juventud se vio obligado a ayudar a sus padres con trabajos ordinarios, etapa que superó cuando fraternizó con los intelectuales, quienes despertaron su vocación periodística y fue corresponsal de “El Nacional” por muchos años.
Fuimos a la casa de Federico Peraza Yépez, mi inolvidable amigo de farras bohemia a quien aprecié mucho por su capacidad intelectual y su afecto por su ciudad nativa. Escritor de brillante inteligencia que tuvo el honor de acompañar al poeta Roberto Montesinos en sus labores en la Dirección de su famosa publicación “La Quincena Literaria” donde colaboraron los más importantes escritores de la nueva retoñada de intelectuales.

     Finalmente visitamos la casa de Robiro Asuaje, periodista de inagotable vena humorística, nativo de Boconó, arraigado a El Tocuyo como hijo adoptivo, donde fundó un honorable hogar, cuya capacidad intelectual llenó un largo período de gracia festiva y sana ironía con su célebre semanario “Morisquetas”, esperado con satisfacción por el público todos los domingos a las primeras horas de la mañana. Compartimos con él y nos contó chistes que tenía a flor de labios y al despedirnos nos aconsejó amarráramos a los muchachos que nos acompañaban a fin de no se nos extraviaran en el camino.

       En seguida comenzamos a visitar los lugares históricos y monumentos coloniales que mi esposa no conocía porque llegaba a El Tocuyo de paso.
El Convento de Los Ángeles, construido para sede de la Cofradía Religiosa de los Padres Franciscanos. Esta reliquia colonial ha servido, al pasar del tiempo, de asiento de diferentes instituciones: A inicios del siglo XIX se instaló allí el Colegio Nacional de El Tocuyo, luego sirvió de Cuartel Militar, posteriormente sede del Poder Civil; a partir de 1948 fue albergue del Colegio Federal, que luego sería llamado Liceo “Eduardo Blanco” y en la actualidad “Casa de la Cultura”, donde están instaladas varias instituciones culturales y artísticas que enaltecen la ciudad. Es un majestuoso edificio colonial que abarca media manzana y es la única reliquia cuatricentenaria que resistió la acometida impetuosa del terremoto, quedando intacta.
Fuimos a las Ruinas del Templo de Belén y mi esposa se impresionó por el estado de abandono en que se encontraba aquella reliquia colonial, siempre convertido en refugio de mendigos y dementes, abandonado a su suerte desde hace muchos años a pesar de haber sido declarado Monumento Nacional por Decreto del Gobierno Nacional.

      Al fin llegamos al Templo La Concepción, invalorable joya colonial de maravillosos altares labrados en madera dorada al fuego. En el centro del Altar Mayor reposa la imagen de la Sagrada Inmaculada Concepción, preciosa escultura tallada en España y donada por el Rey Felipe Segundo en la colonia a la ciudad de El Tocuyo en reconocimiento a su lealtad al reino.
Carolina llegó hasta el atrio del Templo porque sintió un vago temor de que las naves se les vinieran encima en un presentimiento de tragedia. De allí salió impresionada de ver aquella imponente construcción de calicanto y resolvimos salir presurosos a nuestra casa de El Calvario donde mi madre nos esperaba.

     Nos encaminamos a nuestra casa y por la calle comentamos las diversas impresiones recibidas en nuestro trayecto. Cuando pasamos por la casa de mi amigo Rubén Lozada recordé que tenía que terminar de pintarle un paisaje empezado, en el día anterior, en un separador del corredor de la casa. Me despedí de mi señora y le dije que yo llegaría más tarde a la casa porque necesitaba terminar mi compromiso. 
       Allí me encontré con mi fraternal amigo Federico Peraza; Rubén salía de viaje para Acarigua para llevar unos encargos de cajas de cocuy, producto del alambique “San Antonio” que administraba propiedad de su suegro Don Juan Isidro Mambel. Antes de abordar la camioneta nos regaló un litro del famoso producto para que nos divirtiéramos mientras yo terminaba mi obra. Le exigí que me acompañara y entablamos una cordial charla amenizada de anécdotas y chistes mientras se deslizaba el tiempo sin darnos cuenta.
Al cabo de algún tiempo Federico se despidió de mí porque tenía otros compromisos que cumplir, lamentando su ausencia ya que “todavía nos quedaba mucha conversación”, refiriéndose al litro que estaba casi entero.
      Como a la media hora de encontrarme solo sentí un leve estremecimiento de tierra seguido de un sordo ruido subterráneo que parecía falsear los cimientos de la casa.
Previniendo lo que seguidamente acontecería salté al patio descubierto para protegerme de una nueva sacudida, cuando en efecto un temblor más prolongado que el primero me obligó a separar las piernas para no perder el equilibrio.
     Fue cuando presencié impávido que en un acto de heroísmo increíble una mujer del servicio atravesó el corredor dando traspiés, penetró en un cuarto y sacó entre sus brazos una niña llorando que dormía en una cuna. Había salvado una vida inocente porque al poco rato se vinieron abajo las techumbres estrepitosamente.
Yo por temor a un nuevo sacudimiento esperé un poco y de repente en una audaz determinación de vida o muerte brinqué el portón pasando el zaguán, descorrí el cerrojo y salí corriendo como alma que lleva el diablo.
Encontré mucha gente despavorida en sentido contrario, a quienes no hacía caso por la urgencia de saber de los míos.
En mi barrio encontré a mi madre, mi esposa y mis hijos sanos y salvos, sentí una gran alegría. Al llegar me derribé al suelo acezando de cansancio y mi esposa me trajo un vaso de agua que casi no podía tragar.
Cuando me serené dirigí una mirada a la ciudad duramente golpeada por la naturaleza y me impresionó ver que de los escombros de sus ruinas se levantaba una enorme columna de polvo que parecía un gigante hongo de una explosión atómica.
Desde temprano los hombres y las mujeres no cesaban de contarse mutuamente el sitio y lo que estaban haciendo en el momento que se sintió el terremoto.
Cuando el manto del obscuro anochecer cubrió la ciudad observamos que el servicio del alumbrado público había sido interrumpido porque los cables de los postes se reventaron cuando éstos se vinieron abajo.
Una menuda lluvia empezó a caer del encapotado cielo recrudeciendo la situación de angustia de la ciudadanía.
Yo me vi obligado a sacar de mi casa en ruinas una mesa de comer, la cubrimos por los lados con frazadas y metimos a nuestros hijos que titiritaban de frío.
Cuando escampó un poco una multitud de vecinos sacó de una Capilla cercana una Imagen de Santa María de la Cabeza y salió en romería por las calles del barrio, la gente se reunía a su alrededor ofreciéndole promesas y prendiéndole velas para que se aplacara los temblores que se repetían a cada momento.
Mi esposa se acercó a la Virgen, se santiguó y de rodillas le suplicó que interviniera ante el Todopoderoso y con voz alta le decía:
- Virgen Santísima, no lo haga por nosotros que somos pecadoras, hágalo por esos niños que son inocentes.
Y ellos asustados debajo de la mesa repetían:
- Nosotros somos inocentes, nosotros somos inocentes.
Cuando la romería se alejó con su séquito de devotos se escuchaba a lo lejos el rumor de las interminables oraciones y el barrio quedó desamparado de la protección divina.
A medianoche se acercó a nuestro grupo familiar un amigo borracho tambaleándose con un litro de cocuy en la mano, brindando a diestra y siniestra, y diciendo que era un aliciente para reconfortar el espíritu.
Yo me tomé varios tragos y cuando el licor me estaba haciendo efecto me acosté en el suelo, húmedo todavía, y me puse a mirar el cielo estrellado y tratando disimular el nerviosismo me puse hablar tonterías propias de mi estado.
Queriendo echar un chiste dije:
- Hoy la luna parece un doblón de oro con que nos paga la naturaleza los sustos que hemos pasado.
Alguien consideró de mal gusto el desplante mío y me dijo:
- Amigo, hay que conformarse con los designios de la naturaleza.
Al poco rato me dormí profundamente y por la madrugada me despertaron sobresaltado los gritos histéricos de mujeres que pregonaban en voz alta los detalles de la tragedia.
Yo fui de los primeros en abordar un Jeep de unos amigos con el que recorrimos las pocas calles que se podían transitar, porque estaban obstaculizadas por los escombros de las ruinas.
Muchas bodegas volcaron sus estanterías y armaduras sobre las aceras, donde se veían dispersos sus artículos de la venta diaria y sus dueños estaban empezando a recoger los regueros.
Muchas casas desplomadas fueron abandonadas por sus ocupantes por temor a nuevos movimientos de tierra. Esta circunstancia dio oportunidad a los rapaces que andaban apropiándose de lo ajeno y el Gobierno se vio precisado a ordenar estricta vigilancia en los lugares fáciles de robar.
A los pocos días empezó la emigración de las personas, cuyas viviendas quedaron inhabitables, a los pueblos vecinos.
Las Autoridades Sanitarias ordenaron la instalación de Alcabalas Móviles con brigadas de enfermeras que se ocupaban de vacunar a cuanto salían de El Tocuyo a objeto de controlar la propagación de epidemias.
Interminables colas de camiones y automóviles cargados de familias, útiles caseros y hasta animales domésticos salían en dolientes caravanas hacia otros lugares.
A nuestra casa en ruinas acudieron el día siguiente familiares que nos ofrecieron ayuda y alojo en Barquisimeto mientras se normalizara la situación.
Aceptamos la generosa sugerencia y nos sometimos a nuestra condición de tránsfugas de nuestra querida ciudad.
Para nosotros era un sacrificio acostumbrarnos a vivir bajo techo ajeno y soportar con paciencia las travesuras de nuestros pequeños hijos.
Cuando salíamos por las calles en grupos éramos objeto de la curiosidad pública y escuchábamos que la gente decía con lástima:
- Esos deben ser damnificados del terremoto de El Tocuyo.
Pasado algún tiempo mi esposa se fue a su trabajo docente en el campo en el caserío La Mesa y yo decidí regresar al foco de los acontecimientos.

viernes, 26 de julio de 2019

Don Demetrio Saldivia (Sliba) "El musiu Demetrio" inmigrante libanes de finales del siglo XIX a El Tocuyo


El típico Árabe vendiendo de casa en casa llamado "Cotero" comercializaba a crédito 

 Don Demetrio A, Saldivia (Saliba) uno  los primero inmigrante "TURKO" como era conocido a El Tocuyo 

  Don Demetrio A. Saldivia (Sliba Hewe Morr), el inmigrante libanés que dio origen a la familia Saldivia en El Tocuyo están todos emparentados entre sí, ya que son descendientes de un único inmigrante libanés. Ese hombre fue Don Demetrio A, Saldivia, que era originario de la provincia de Monte Libano, precisamente de la ciudad de Btegrine. Él se dedicó al comercio, a la agrimensura y a cultivo y comercialización del Café, algunos de sus hijos trabajaron en esa línea, como comerciante y otros a el cultivo y comercialización del café, y entre sus nietos y bisnieto hay destacados profesionales, varios médicos, odontólogos y docentes, entre otros.

El joven Don Demetrio A, Saldivia (Saliba).

     Demetrio fue el único hermano que emigro del libanos, de un matrimonio libanés nacidos en Btegrine Don Jorge Saliba y Luz Ana de Saliba, y cuando era apenas un adolescente se vino a Venezuela, en 1890, en busca de mejores oportunidades. En esa época, el Líbano estaba bajo el protectorado del imperio turco otomano, por eso llegó con pasaporte turco. Al ingresar al país le cambiaron su apellido Saliba por Saldivia. Este cambio fue un hecho que sus descendientes descubrieron muchos años después, cuando un hombre vino a decirles que su abuelo había dejado una propiedad en su país natal.

   Rosa Chavez (Chaiban) había vivido en su misma ciudad de Btigrene libanés y se estableció e. Como muchos árabes, se dedicó al comercio. Estuvo en la provincia unos cinco años, tiempo que le resultó suficiente para querer y disfrutar la tranquilidad de este nuevo lugar, muy diferente a lo que vivían los libaneses en Medio Oriente.

Su matrimonio por acuerdo familiar con Doña Rosa Chaiban 

     Después de esos primeros años, El musiu Demetrio como era conocido de Beirut llego su prometida que por pacto de conveniencia familiar Doña Rosa Chaiban con quien se casó y apenas  tenia 14 años de edad . y allí el joven matrimonio tuvo a sus 11 hijos: Jorge, Zoila Rosa, Susana, Blanca , Olga Maria, Angel Rafael, Abraham, Giorgina, Antonio (Papindio) y Rafael.

De el pueblo Guarico a El Tocuyo

   Don Demetrio fue los primeros  inmigrante libanes y se acentaron primero en la region montañosa del municipio Moran El el Pueblo de Guarico dodne se dedicaron a la agricultura y al comercio a crédito como agentes viajero de la famosa e importante casa Comercial "Garcia hermano & Co" ivan de pueblo en pueblo llevando mercacion novedosa para la epoca la cual deja en crédito o cuotas ,por eso los llamaba "cotero" o a cambio de compra de cafe en grano, luego vieron ganancias  y prosperida y se traslada a la ciudad capital del -municipio El Tocuyo; llego a El Tocuyo junto Antonio Elias Saldivia su padrino y receptor comercial y paisano,se querian como hermanos y Baisano  y se instalaron es esta ciudad con sus tiendas ciudad Antonio Elias Saldivia con la famosa y reputada TIENDA "LA ESMERALDA" en la calle del Comercio Y Don Demetrio Saldivia LA TIENDA DE TELAS Y CONFECCIÓN DE TRAJES DEMETRIO SALDIVA & Co., , El Tocuyo la ciudad madre como se le conoce a esta localidad  vivieron varias familias libanesas también de apellido Saldivia (Y aun persiste el apellido de los escendiente de esto libaneses hoy dia) .

    De hecho, fue un grupo de estas personas el que creó el Club Ideal de El Tocuyo que luego se convertiría en el famoso CLUB CONCORDIA .fue fundado de la Asociación de comerciante de El Tocuyo, fue agriensor de los cuales se dedico también a la construcción de los canales de riegos de las hacienda de Caña de Azucar de la periferia de la ciudad (Buco Comunero-Buco Chelero -El Ingenio)..fue miembro de la junta promotora para fundar la escuela Federal Padre Perez Limardo y y luego fue firmante de la comisión para fundar el famoso colegio Federal El Tocuyo hoy liceo Eduardo Blanco .

Fue gran amigo y socio de el connotado comerciante Crispiniano Colmenares (el viejo) y siempre estubo ligado al comercio tenia de su propieda una TIENDA DE TELAS y venta de ALPARGATA QUE EL MISMO FABRICABA En el centro, los tres varones más grandes, Antonio y Jorge , siguieron la trayectoria de su padre, trabajaron en el comercio; fue también propietarios de varias hacienda de cafe ,de los cual ya mayor solo se quedo con las mas grandes y productivas en la población de Guarico en el estado Lara ,llama HACIENDA EL AMPARO Y HACIENDA LAS QUEBRADITAS, tierra de gran producción del rubro de cafe en grano fue gran exportado de cafe hacia europa a través de la empresa de exportación ubicada en el puerto de la ciudad de Puerto Cabello KOSTEL Y BLOMG

jueves, 25 de julio de 2019

El Famoso BOTIQUÍN "FLOR DE LARA" El Tocuyo 1922 - 1950 emblemático centro social y de diversion de la vieja ciudad

Fachada del Botiquín Flor de Lara luego del terremoto de 1950 

El Botiquín “FLOR DE LARA” centro de encuentro social en pleno centro de la ciudad 

     Este emblemático y muy reconocido y tanta veces citada el famoso Botiquín –Bar –Restaurant “FLOR DE LARA, fue un emblemático centro social y familia en pleno centro de la urbe tocuyana y que por casi 30 años permaneció abierto al público deleitando su servicios al público tocuyano 

      El Botiquín flor de Lara como era conocido popularmente fue inaugurado un 9 de Febrero de 1922 según constan un aviso publicitario aparecido en el famoso y leído semanario EL TOCUYO de los hermano losadas , y que vino a servir a los tocuyano con algo moderno en atención al público , y fue la competencia fuerte a otro establecimiento del mismo tipo que estaba establecido a pocas cuadras e este llamado BOTIQUIN CARACAS de cuyo propietario era el famoso y reputado David Yepez y que servían las famosa cerveza CARACAS.

     Una de la innovación realizada a el novísimo establecimiento Flor de Lara fue colocarle alto parlarte o cornetas en cada mesa y esquina donde los usuarios podían escuchar las transmisiones desde las radios caraqueñas de los juegos de béisbol de la grande ligas y en las tarde las famoso radio novelas.
En la misma expendía la novísima cerveza Maracaibo que luego sería la cerveza Zulia y que los parroquianos disfrutaban de aquellos tremendo lupuloso y súper frio botellones de la rubia y perlina cerveza a compás de música desde la misma emisora capitalina 


    Este peculiar botiquín fue atendido y administrado por dos excelente persona y conocidas en este conglomerado “Los Hermanos Pérez Lunas…Don Ángel Pérez Lunas y Don Marcos Pérez Lunas quien lo atendieron has el mismo día del sismo del 3 de Agosto de 1950   Se puede decir que la atención era excelente a modo de dar mejor trato que la competencia del Botiquín Caracas…
Dicho local quedaba ubicado a un lado de la Plaza Bolívar de hoy día .donde está El muso Arqueológico J.M. Cruxet y que represento en importancia y movida el comercio de la vieja ciudad de estilo colonial y que luego del terremoto fue derrumbado desaparición su historia social y de entretenimiento de nuestro pueblo 

domingo, 21 de julio de 2019

Las Pretensiones de Felipe Von Hutten de despoblar a El Tocuyo y el fatídico encuentro con fundador Juan de Carvajal 1546

   .El conquistador  Felipe Von Hutten pretendio  despoblar a El Tocuyo 
Felipe Von Hutten

 Felipe de Utre o bien Felipe von Hutten y en alemán: Philipp von Hutten fue un explorador, descubridor y conquistador que participó con el rango de capitán entre 1535 y 1538 en una exploración a Tierra Firme, financiada por la familia Welser en busca de oro

A finales de 1540 fue nombrado por Carlos I de España como teniente general de la Provincia de Venezuela y al mismo tiempo como teniente de gobernador de Coro. Al regresar de una segunda expedición que dirigió entre 1541 y 1546, fue derrotado, capturado y decapitado por su enemigo Juan de Carvajal que ocupara en forma interina como gobernador

El banquero y acreedor alemán Von Hutten al ver que España pretendía ponderase del territorio que España había dado en garantía a los alemanes ; dicho banquero  quería despoblar El Tocuyo y llevarse otra vez la gente a Coro. Juan de  Carvajal se opuso a las intenciones de Von Hutten, y mientras ambos discutían, Bartolomé Welser VI "el Joven" —hijo de Bartolomé Welser V "el Viejo"— quien acompañaba a Von Hutten, le dio a Carvajal con el palo de la lanza y lo tiró en el barro.

Acto seguido, los soldados expedicionarios desarmaron a los de Carvajal y se fueron a Coro, llevándose armas y caballos de aquellos que estaban con Carvajal. Este convocó a los suyos y salen contra von Hutten. Al caer la tarde, los alcanzaron en el camino en lo que hoy se conoce como cacerio “Aleman” cerca de Quibor Vuelven a producirse los insultos y las amenazas. Carvajal ordenó a sus hombres que decapiten a Von Hutten, a Bartolomé Welser y tres españoles más del escuadrón de los alemanes. Luego, Carvajal regresó a El Tocuyo.
Luego a Carvajal es arrestado y ajusticiado en la horca de lo que fue  un chivo expiatorio del imperio para quedar bien con los Welse aleman segun es injustamente por que para españa a parti de ese hecho historico retomo definitivamente el nominio del territorio d Venezuela hasta 1810 que se declara la independencia 


lunes, 15 de julio de 2019

Wensa Pérez de Lucena y su famoso "BAR Siempre Igual" El Tocuyo

Doña Wuensa Perez de Lucena
    Wensa Pérez de Lucena, fue una dama muy conocida y respetada en la ciudad de EL Tocuyo, antes y después del terremoto de 1.950.

   Hija de Aniceto Pérez y de Eulalia Yépez, Esta numerosa familia estuvo conformada por 6 varones y 6 hembras, Valentín, Adolfo, Aníbal, Miguel Angel, Magdaleno y José María; Ana Rosa, Francisca, Wensa, Elena, Rosa Felicia y Anastasia Pérez Yépez. La mayoría de ellos relacionados con el tamunangue y fundadores del famoso conjunto de los Hermanos Pérez.
Morena como el chimo, pero de mucho valor y temple, que muchos afirmaban que “que una mujer con pelo en el pecho”.

     De su matrimonio con Rafaelito Lucena Torres, nacieron 6 hembras y 6 varones. Recordamos a Hortensia, Luisa Sofía, Lila, Wensa, Lucila y Ana María y de los varones recordamos a: Rafael, Euclides, Olindo, Solano, Pedro Pablo y Miguel José Lucena Pérez. Enviudó muy temprano y sola se encargó de levantar a esa numerosa familia.

Fundó una posada y venta de comidas y bebidas alcohólicas, como fuente de ingresos para el sustento de su familia.

   Heredó de su mamá los conocimientos y la habilidad para la cocina. Su sazón fue reconocida en todo el Estado Lara y en su negocio se reunían personalidades nacionales, regionales y locales.
Organizaba fiestas y “arrocitos” en su negocio y es probable que sus hijas hayan sido las primeras parejas de esos bailes. Se sentaba una silla a la entrada y les preguntaba a los visitantes, ¿tú vas a bailar? Si la respuesta era afirmativa, le decía, aquí no se baile en manga de camisa, ponte un paltó para que puedas bailar. Si los visitantes portaban armas, las tenían que dejar en su poder y recuperarlas al retirarse del lugar. Era tan fuerte su personalidad que los asistentes a sus fiestas respetaban estas normas y sus bailes se desarrollaban con toda normalidad.

   Utilizaba un gran bolso y algunos afirmaban que, en él, siempre cargaba una navaja “Pico e loro” y un revolver cañón largo, bien aceitadito.
   En la ciudad se residenció otra mujer de “pelo en el pecho”, Carmen Guevara, mecánica, corredora de carros de carrera y con un carácter muy fuerte. Después de una agria discusión por rivalidades comerciales con Doña Wensa, esta mujer afirmó, “en El Tocuyo, hay una mujer mas arrecha que yo”.
Vendía marrano frito en su negocio y después de una revisión del médico de la Sanidad, (Dr. Cárdenas) lo agarró por el pescuezo y lo tiró como a un saco de papas. Es muy probable que el mencionado marrano, haya sido desechado por tener “güevitos”.

     Su vieja casona soportó los rigores de los fuertes temblores del terremoto de 1.950, que destruyó muchas casas de la ciudad, pero la destrucción total vino después de ordenarse la reconstrucción de toda la ciudad. No permitió revólver en mano, que el maquinista tumbara su casa, esta luego fue reconstruida, con las indicaciones de un arquitecto amigo. En ella funcionó y funciona, el bar, restaurante “Siempre Igual” que fundó Doña Wensa Pérez. En el patio de la vieja y conservada casa colonial, está una centenaria nigua, que debe haber cobijado bajo su sombra a poetas, músicos, serenateros y a todos los bohemios de la ciudad. Allí se escuchó a la “Pequeña Mavare” interpretando el famoso vals, “Endrina”, a Don Trino Gómez y sus “Casitas de Latas”, interpretada por Raúl Orozco, “El Nacional”, a “Michú” López y su composición “Una Calle de la vieja Tocuyo”, a Hildebrando Rodríguez con sus valse “Romelia” y “Adiós”,a Pablo Canela con sus composiciones “Mi Tocuyo” y el “Gavilán Tocuyano”, a Jesús María Jiménez, Cruz Almao y el Dr. Morillo Diaz, con sus viejas canciones “Boconó” y “Ramoncito en Cimarrona”, a Alfredo Pérez,”el culito” y Pablo Rodríguez, “la ñema” con sus sabrosos golpes tocuyanos, al conjunto de los “Hermanos Pérez”, pagando promesas a San Antonio, allí también se escucharon las canciones de Pedro Hernández y Germán Coromoto Colmenares, pero sobre todo allí se bailó y se sigue bailando con la música de la “Sonora Matancera”, Celia Cruz, Daniel Santos, con la Billos y Los Melódicos.

    Este negocio se llamó “Siempre Igual” y por cosas del destino el mismo sigue igual, quizás manejado por otros personajes, Lucila, Wensa y Ana María y su esposo Carlos Escalona, hijas de Doña Wensa, que atienden al negocio como si fuera su madre. Ellas tratan de mantener las mismas costumbres de años anteriores. 
Doña Wensa, fue muy amiga del señor Frómeta de la Billos, de Manolo Monterrey y de Felipe Pirela, quien decía que ella era su mamá. Estos bailes se realizaban en el Club Concordia, que existió en esta ciudad y a los que ella era una invitada especial.
Al “Siempre Igual” iban desde el humilde hasta el más encopetado empresario. Los políticos y algunos presidentes del país fueron asiduos visitantes de este popular sitio, Luís Herrera, el Dr. Rafael Caldera y “Pepi” Montes de Oca, todos ellos probaron las sabrosas caraotas refritas, con cochino frito, que se servía en ese popular negocio. 

     Sus convicciones cristianas le dieron fuerza para soportar los rigores de la vida. La noche del terremoto llegaron a su negocio, Manuel Agüero y Ramón Sánchez, “la cuca”, “pelaones”, llorosos, asustados y lamentándose de lo ocurrido. Doña Wensa los recibió con estas salomónicas palabras, “todo lo que manda Dios está bien hecho”.

     Al conocer el fallecimiento de su hermano Aníbal, en las redes del amor en una casa de cita de la ciudad, con la tranquilidad que le caracterizaba afirmó: “Aníbal murió en la ley, pero a esa señora habrá que llamarla la silla eléctrica”.
    Wensa Pérez, nació en 1.898 y murió en 1.970. Su sepelio se realizó en medio de una sentida manifestación de duelo popular. La “Pequeña Mavare” dirigida por los hermanos Lucena, parientes de su esposo, acompañó a los restos mortales de doña Wensa con los bambucos, valses y pasodobles, interpretados por este maravilloso grupo. Esta música se dejó escuchar por las calles de la ciudad y al momento de depositar el cadáver a la tierra que la vio nacer.
Flora Ovalles, escritora caraqueña, radicada en Barquisimeto, comenta en sus escritos: “cuando un hombre llega al “Siempre Igual”, le preguntan, ¿qué desea?, el hombre responde una cerveza y una doña para bailar”.

     Actualmente las solteronas y divorciadas de la ciudad asisten con frecuencia a este negocio con la esperanza de echar un pie y suspiran profundo a la espera de un príncipe azul, que siempre tarda para llegar. Algunas de esas bellezas han sido coronadas reinas de las alegres fiestas del local.
Hoy en el “Siempre Igual” se comen las mismas caraotas con cochino, se escucha la misma música y por esta razón este negocio se mantiene, la misma tranquilidad de la vieja casa antañona, por estas razones, el negocio, está Siempre Igual.

viernes, 5 de julio de 2019