domingo, 3 de abril de 2022

Vision de la ciudad de El Tocuyo en el año 1600...segun Fray Pedro Simon

Mapa de Venezuela y la parte sur de Nueva Andalucía, publicado por Henricus Hondius en Ámsterdam (mediados del siglo XVII); es usado aquí con el fin de ilustrar la crónica del fraile



Las «Noticias Historiales de las Conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales», redactadas por fray Pedro Simón y mandadas a publicar en España en 1624, constituyen uno de lo más importantes y curiosos documentos historiográficos del periodo colonial americano.

La obra, de la cual sólo llegó a publicarse su primera parte (que va desde el descubrimiento del Nuevo Mundo, hasta el gobierno de Fernando de Berrío en la Provincia de Guayana, usando como fuente principal el manuscrito bogotano de fray Pedro de Aguado, de 1582) en 1627, es cronológicamente la segunda de su tipo escrita sobre el Nuevo Reino de Granada (actual Colombia) y Venezuela, y la primera publicada sobre esta última; puesto que, debido a la muerte de Simón, los neogranadinos tendrían que esperar varios años más para tener su Historia salida de la imprenta.

Además de temas históricos, el tomo trata, en su primera «noticia historial», varias cuestiones filosóficas, políticas (organización territorial y administrativa de las Indias) y científico-teológicas (como el poblamiento antediluviano de América, o la posible ascendencia púnica -o hebrea- de los indios).

De varias descripciones que da en las siete «noticias historiales», y en la relación de «Pueblos, y otras partes más notables, con sus graduaciones, que se comprenden en este primer tomo, por modo de recapitulación», se puede armar una imagen de los lugares -que él mismo conoció como visitador de la Provincia Franciscana de Santa Cruz de Caracas- que componían la Provincia.

Antes de relacionar las ciudades, es justo incluir un fragmento, del capítulo II de la segunda noticia historial, en el cual el franciscano juzga que la pobreza de los habitantes españoles de Venezuela es un castigo de Dios, debido a los abusos cometidos por los primeros conquistadores. Cumple como su visión general de la Provincia, y de sus recién nacidos pueblos:

«Parece que nunca le ha cubierto pelo a esta Provincia de Venezuela, la llaga, o cicatriz con que a los principios comenzó a poblarse, haciendo esclavos a sus naturales: pues siendo la mayor parte de ella tan fértil como es, tan llena de ganados, y de tantos, y tan buenos puertos abiertos todo el año: tantas y tan buenas minas de oro, y otros metales; tanta cría de árboles de cacao; gran suma de algodonares; todas las ciudades, y españoles que viven en ellas, son de tan cortos, y tasados caudales, que apenas alcanzan a dar de comer a sus dueños; de que podemos entender obra esto algún secreto juicio de Dios, que va castigando las injusticias que en sus principios hicieron a los indios: […]».

Hemos respetado la sintaxis y gramática original del texto, solamente modernizando la ortografía, y corrigiendo las numerosas erratas.

«Tras esta ciudad se pobló la de El Tocuyo, que está en cincuenta y nueve grados y cincuenta minutos de longitud, y siete grados de latitud al norte, ochenta y cinco leguas de la de Coro al sur: es provincia de indios, poblóla el Capitán Carvajal, del Licenciado Tolosa, como dejamos dicho; tierra muy caliente por la mayor parte, aunque tiene pedazos de fría, y bien templada, pero en toda ella se da buen trigo, en especial en el valle de Quíbor, con grandes crías de ganado de mayor, y menor. En las tierras frías goza de muy buenas aguas, falta de oro, abundante de algodón, y de todas frutas de la tierra, y de algunas de Castilla. Hízola famosa el haber muerto la gente de ella, al tirano Lope de Aguirre. Gobiérnase por dos Alcaldes Ordinarios, dos de la Hermandad, y Regidores Perpetuos, sujeta al Gobernador de Venezuela, que tiene de ordinario puesto en ella un Teniente. Tiene un convento de nuestro Padre San Francisco, y otro de Santo Domingo, Cura, y Vicario, y algunos clérigos».

Del capítulo XIX de la quinta noticia:

«[…] Son abundantes estas dos ciudades, Tocuyo y Barquisimeto (que en todo corren casi igual fortuna) de todas frutas de la tierra, y en especial El Tocuyo de las de España, como son uvas, melones, higos, granadas, y toda hortaliza; mucho, y muy buen trigo, en especial en los valles de Quíbor, que está cinco leguas de la ciudad, se puede dar trigo, por ser tierra calidísima, y haberse visto en pocas, o ningunas partes darse en tierras tan calientes: pero a mí me pareció, ser la causa de cogerse tanto, y tan bueno aquí, el regarse las sementeras, con una quebrada de una buena molada de agua, que baja de las cumbres de una serranía, que por bajar algo fresca, y regarse de noche, refresca, y sazona la tierra, dándole el temple que pide el trigo, contra el que naturalmente tiene la tierra, que de suyo solo es apta para dar sus frutos naturales, como son plátanos, guayabas, mameyes, y otros. Da también mucho y muy buen arroz; el trigo con tanta abundancia, que del de los dos valles dichos, se sustentan las ciudades de El Tocuyo, Barquisimeto, Carora, la laguna de Maracaibo, Coro, y embarcan buena parte de harinas de ello, a las ciudades de Santo Domingo, y Cartagena.

Muchas naciones de indios que están entre estos pueblos dichos (como son cunariguas, atariguas, coyones, quíbores, barquisimetos, y otros), no vivían en casas, ni pueblos (ni hoy viven muchos de ellos, como yo los he visto) sino quince días debajo de un árbol, y otros quince en otro, durmiendo en chinchorros; no siembran, porque su sustento es frutos de la tierra, que siempre los hay, en especial datos, caza de conejos, y venados, que los asan, metiendolos enteros en un hoyo con su pellejo, y pelo, habiéndoles quitado solo las tripas: calientan primero el hoyo muy bien, con leña, o paja, y sacándoles las brasas, o ceniza, meten el venado, y tapan muy bien con hojas de vihao [sic], y dentro de dos horas lo vuelven a sacar, aunque con su mismo pelo, muy bien sazonado, y entonces se lo quitan, y comen el pellejo con la carne. En estos mismos hoyos calientes meten unos troncos verdes de unas matas de cocuiza, que es casi lo mismo, que merguei [sic], habiéndole cortado lo largo de las hojas, y después de bien sazonado con el calor, chupan aquéllos troncos, y les sacan el jugo, que no es poco el que tienen, con un sabor de arrope, o mala miel de cañas, que es también purgativo, en especial, para los que no están hechos a ello. Críanse hierbas tan venenosas, aún dentro de los patios de las casas, y en las calles, que en veinte y cuatro horas despachan de esta vida a quien se las dan: pero también hay muchas suertes de contrahierbas, con que se repara esto.

El temple de los sitios de estos dos pueblos, Barquisimeto, y Tocuyo, es muy caliente, por estar en tierras bajas, aunque todas estas provincias, tienen también tierras frías, que son las serranías: de manera que de dos a dos leguas, y de tres a tres, atravesandolas este, oeste, se van encontrando tierras calientes, templadas y frías: porque cuanto más las sierras (que son las mismas que corren del sur al norte mil y doscientas leguas largas, desde el Canal de Magallanes hasta este Mar del Norte, que rematan en Santa Marta, Coro, y las demás partes de esta costa) se van entrando con sus levantadas cumbres, a la media región de aire, son más frías, y algunas tanto, que están siempre cubiertas de nieve, como las de Mérida: de donde como se va bajando a los valles calientes, se hayan tierras templadísimas, y bien dispuesta para toda suerte de granos, frutas, y ganados, como aquí se crían. La ciudad de El Tocuyo a permanecido hasta hoy, en el mismo sitio que tuvo sus principios, en una sabana, a los márgenes de un abundante río, de muy buena agua, y fría, por bajar de lo alto de las sierras, que no es poco regalo en temple tan caliente: pero el ganado de cabras, y vacas de leche, que andaba junto a la ciudad, apartándose el arcabuco, comía fruto de espinos, volviendo a la ciudad de su estiércol, se fueron sembrando, y naciendo tantas malezas de ellos, y tan crecidos, que ahogaban las casas, de manera que de pueblo sano, que fue a sus principios, se vino a ser tan enfermizo, que ni los hombres hallaban salud, ni se podían criar más, que hasta uno, o dos años: con que se determinó un Gobernador, llamado Alonso Suárez del Castillo, en el año de mil y seiscientos y dos [1602], pidiéndolo los vecinos, a mudarlo al valle de Quíbor, cinco leguas al este, esta más cerca de Barquisimeto. Tomó para esto posesión en el sitio más acomodado; plantó rollo con final determinación de que se hiciera la transmigración: la cual no pudiéndose hacer aquel año, por haber sido estéril. Uno de los Alcaldes, que no gustaba de que se hiciera, juntó doscientos indios con que hizo limpiar de aquella maleza de espinos, y arcabuco media legua alrededor del pueblo, en especial por el lado que ventan las brisas, que comenzandole a bañar con esto, sin estorbo, quedó el pueblo con la misma salud de antes tenía, de fuerte que no fue necesario mudarlo. Está ochenta y cinco leguas de la ciudad de Coro, al sudeste; diez de la de Barquisimeto, al poniente. […]; hay en ambas conventos de nuestra sagrada religión, de la santa Provincia de Caracas; y en El Tocuyo lo hay también de Santo Domingo.

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