El Padre Macario Yépez fue un distinguido prelado de origen tocuyano nacido el mes de abril de 1799, hijo de Francisco de Paula
Yépez, tocuyano y Doña María Josefa Tovar, quiboreña. De la mano de
su pariente, el sacerdote Manuel Yépez, realizó los estudios
primarios en el Tocuyo; luego ingresó al Seminario Tridentino y a
la Universidad Central de Venezuela en 1819. Egresó bachiller en
Filosofía de la U.C.V, en marzo de 1822. Obtuvo en 1824 el título de
Maestro de Filosofía; al concluir la formación sacerdotal es ordenado en
el Monasterio de Santa Clara de Mérida, el 10 de octubre de 1824.
Regresó a
Barquisimeto para ocupar el cargo de Párroco Interino de la iglesia de la
Concepción; luego obtuvo por concurso el cargo de titular de ese templo.
Durante la Semana Santa, la feligresía asistía masivamente a la iglesia para
escuchar sus elocuentes discursos, caracterizados por su brillo, motivación y
mensaje aleccionador. Una de las tantas obras legadas por el sacerdote Yépez
fue la reconstrucción de la iglesia de la Concepción, destruida por el
terremoto en 1812. De clara inteligencia y recto proceder destaca en la
docencia; en 1932 lo designan Director de la primera escuela primaria en la
provincia de Barquisimeto. A raíz de la llegada de los restos del Libertador
desde Santa Marta, en diciembre de 1842, el sacerdote Yépez es designado
Presidente de la Junta Regional para programar y ejecutar los diferentes actos.
Fue legislador en el Congreso Nacional entre 1841 y 1844; sus participaciones
como orador en beneficio de la religión y protección de los más necesitados,
merecieron elogios como también críticas por parte de los detractores sin
basamento. También fue vicepresidente de la Cámara de Representantes entre 1842
y 1844 y Senador Principal por Barquisimeto en 1846.
Fue elegido en 1849
Vicepresidente de la Asociación de Conservadores de Barquisimeto y actuó como
fundador y redactor de El Correo de Occidente, órgano informativo de esa
Asociación. La excelsa figura del padre Yépez es recordada por la actitud
asumida en 1856, cuando una epidemia de cólera azotó a varias ciudades del país,
entre ellas Barquisimeto. Ante la presencia de la imagen sagrada de la Divina
Pastora, trasladada en procesión desde el pueblo vecino de Santa Rosa a
la ciudad, como una súplica al “Todopoderoso”, el padre
Macario ofreció su vida a la “Pastorita”, a cambio de que la
epidemia se detuviera; expresaba: ¡Que sea yo la última víctima del
cólera! . La promesa se cumplió, el padre Macario Yépez falleció de ese
mal, complicado con tifus, el 16 de junio de 1856; sus restos fueron inhumados
en el Cementerio San Juan. Jamás en Barquisimeto se había visto entierro de tal
magnitud. Desde entonces, cada 14 de enero la Virgen sale sobre los hombros del
pueblo desde la iglesia de Santa Rosa hasta la Catedral; como es costumbre la
multitudinaria procesión, la segunda en América Latina después de la de
Guadalupe, se detiene en la plaza Macario Yépez, donde se encuentra el
monumento de pie de este insigne sacerdote, ubicado al lado de la Plaza
de la Cruz Blanca y frente a la Universidad Centro Occidental “Lisandro Alvarado”,
plaza construida en 1952, para recordar aquel episodio milagroso y el
sacrificio del ilustre servidor de Dios.
¿Cómo llegó la sagrada imagen de la Divina Pastora
a la población de Santa Rosa? En enero de 1740 el sacerdote de la iglesia
Inmaculada Concepción de Barquisimeto encargó la imagen de la Divina Pastora
para su parroquia; en forma simultánea el padre Sebastián Bernal, Párroco de
Santa Rosa, solicitó al mismo escultor la imagen de la Inmaculada Concepción,
con la intención de celebrar las fiestas anuales del 8 de diciembre. El cajón
que contenía la imagen de la Divina Pastora fue entregado a la parroquia de
Santa Rosa, y la imagen de la Inmaculada Concepción a la iglesia que lleva el
mismo nombre. El padre Bernal, al abrir el cajón, se dio cuenta de que no era
la imagen solicitada y ordenó devolverla; entonces ocurrió que el cajón
se había vuelto muy pesado y por más esfuerzos que se hicieron, no se pudo
levantar del suelo. El Vicario de Barquisimeto dispuso que: “la
imagen de la Divina Pastora deseaba permanecer en la Capilla de Santa Rosa y
por ello se debía cumplir su voluntad como pastora de las almas”.
El terremoto del 26 de marzo de 1812 derribó la iglesia de Santa Rosa; sin
embargo, el altar de la Divina Pastora permaneció enmarcado con las paredes
laterales y el escaso techo que lo cubría. El presbítero Macario Yépez,
en 1850, trasladó la imagen a una capilla levantada sobre las ruinas de la
antigua iglesia, hasta que finalmente fue colocada en el nuevo templo de Santa
Rosa, el 30 de agosto de 1864.
Excelente!!
ResponderEliminarGracias por darnos a conocer la vida y obra de estos misioneros de la vida espiritual...
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