lunes, 14 de septiembre de 2015

Antropologo Jose Maria Cruxent pionero en la arqueologia en El Tocuyo



J. M. Cruxent

      Nació en Sarriá, cerca de Barcelona, España, en 1911, símbolo de la gente que va a pie, concuerda con mi personalidad, porque soy un andariego", expresa él mismo. Su vida ha sido un continuo andar: "trota patria, trota bosque, trota ríos y trota selva" lo definió con acierto don Alfredo Boulton, quien también señala que caminar por Venezuela, recorrer sus rutas y explorar sus sitios, ha sido la tarea esencial de José María Cruxent. 

      Adentrarse en la prehistoria de Venezuela ha sido su misión. Muy pocos como él conocen el campo arqueológico venezolano, desde el Delta del Orinoco, río de cuyas fuentes fue uno de los descubridores, hasta Los Andes, pasando por Cariaco, Barinas, Falcón, Los Llanos y Nueva Cádiz de Cubagua, ciudad cuyas ruinas desenterró". El hilo conductor de ese camino, es el ”alma de los objetos": "cualquier cosa que cae en mis manos" dice, si no tiene alma, no me interesa". 

    J.M. Cruxent en 1940 realizo exploraciones en La Ciudad de El Tocuyo donde obtuvo dos importante colecciones con fechamiento que van desde 293 años A.C. los que clasifico con el nombre de tocuyanoide y otras que van desde el primer milenio de la era cristiana hasta los 1700 años que denomino tierroides,: de los cuales estos ultimos hallazgo son perteneciente a la misma cultura pectiniforme propuesta por el profesor Francisco Tamayo .

     El testimonio de los profesionales, discípulos y amigos cercanos a Cruxent ofrece una interesante visión acerca de su compleja y polémica personalidad:

Alberta Zucchi, antropóloga alumna, lo define como “un gran observador y un hombre fundamentalmente de campo; un hombre de olfato, de percepción, de conexión. Puede haber visto un objeto veinte años antes, quién sabe en qué lugar, y puede conectarlo con algo que acaba de ver en estos momentos. Y tiene el don, al mismo tiempo, de extraer de allí una nueva interpretación que sirva modernamente para algo..."

Marcel Roche, fundador del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, expone un aguda definición del personaje. "Desde el inicio, en 1959, cuando colaboramos por primera vez, me llamó la atención su curiosidad, su actividad febrü y su tendencia a no aceptar ningún dato y ninguna teoría por dados. En efecto, la originalidad es lo que caracteriza a Cruxent, no pertenece a ningún dogma ni a ninguna escuela...
En el aspecto físico, Cruxent es una persona de enorme temple v fortaleza, en sus expediciones, ha podido vivir en las peores condiciones por largo tiempo, sin inmutarse. Tiene a la vez un candor y una agudeza que lo hacen enormemente atractivo. Como todo hombre original con dejo de genio, es polémico, pero su honestidad intelectual es absoluta y muchas veces comprobada. Por ello, y a pesar de ser en gran parte autodidacta, ha podido realizar una carrera brillante en las ciencias de la arqueología y la antropología...

    Hay un aspecto de Cruxent que no se puede dejar de lado, su actividad artística. Cruxent ha dibujado y pintado y, en los principios de la década del 60 fue uno de los adalides del movimiento informalista del país. Detrás de todo ello, está en Cruxent una admiración por el surrealismo de André Bretón y otros, una creencia en la alquimia y lo aculto que, lejos de entorpecer su obra científica, la enriquece. Y están los gatos, criaturas sutiles y algo misteriosas que siempre lo rodean.

   La infancia de J.M. Cruxent transcurrió en su pueblo natal. Las primeras imágenes testimoniales, han sido armadas con los recuerdos narrados por él. Todos ellos conducen hacia la estructura de una personalidad que integró, desde niño, una extraordinaria sensibilidad hacia la naturaleza que le permitía saber entenderse y comunicarse con el "hombre natural primigenio; una inmensa fuerza intuitiva que le aprodma a la alquimia, al conocimiento de la magia; un gran interés por el hallazgo, por la búsqueda de objetos enterrados; una imaginación desbordada hacia las leyendas que podría remitir a las lecturas de viajes fantásticos por las cuales atraviesa todo niño (Julio Verne, por ejemplo) y dotes hacia el dibujo y la pintura que ponía en práctica rayando una pared.


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